Fuente: diariodeibiza.es
El poeta habla del origen mitológico de la mortalidad de los hombres en el Curs de Pensament i Cultura Clàssica
Luis Alberto de Cuenca, con su estilo ameno y cercano, habló ayer en Can Ventosa de ´Mitología y condición humana´.
—El año pasado se estrenó como ponente en el Curs de Pensament i Cultura Clàssica y ha querido repetir.
—Por supuesto. Fue una experiencia superpositiva. Fue mucha gente y, además, me gusta ver a mis amigos de Ibiza y darles un abrazo. Francesc Casadesús cuenta conmigo y yo estaré encantado de volver.
—El tema de su conferencia es ´Mitología y condición humana´. ¿Qué aborda?
—Hablo de la interesantísima explicación del origen de la diferenciación entre dioses y hombres en la mitología griega. Para explicar por qué la muerte caracteriza al ser humano y la inmortalidad a los dioses me remito a Hesíodo, que en su ´Teogonía´ explica que se celebró un banquete en Mecona cuando mortales e inmortales no estaban diferenciados. Partieron un buey para comérselo entre todos y Prometeo, que era un Titán partidario de los hombres, hizo una treta a Zeus, rey de los dioses. Al partir el buey dividió la carne por un lado, las vísceras las ocultó en el vientre del animal y cogió los huesos blancos y los disimuló cubriéndolos de grasa. Dio a elegir a Zeus la partida que más le interesaba y el dios cayó en la trampa de escoger los huesos porque vio la apetecible grasa por encima. Zeus se enfadó muchísimo y condenó a los hombres a la mortalidad. Esto es premonitorio de todos los males que afligen a la humanidad como el dolor, la muerte o la vejez. Lo que intento en esta conferencia, basándome en textos de Homero, Hesíodo y otros autores, es exponer cómo la mitología griega intenta explicar el mundo. Una de las cosas que más preocupa a la humanidad es por qué tenemos que morirnos.
—El nuevo disco de Loquillo ´Su nombre era el de todas las mujeres´, en el que canta sus poemas, está teniendo un éxito impresionante.
—Estamos quintos, de momento, en el hit parade de los más vendidos. Ha habido una simbiosis perfecta entre la manera de entender la música de Loquillo y mi manera de entender la poesía. Ha considerado que mis poemas eran como letras escritas ex profeso para él y las ha utilizado de una manera magistral, porque está en un momento de voz muy dulce. Gabriel Sopeña ha hecho una labor extraordinaria [ha musicado los poemas] y los arreglos de Jaime Stinus han sido muy oportunos. Es un proyecto que teníamos entre manos hace diez años.
—¿Diez años?
—Primero no se pudo hacer porque yo estaba en política [fue secretario de Estado de Cultura con José María Aznar]. Lo hemos tomado con mucha tranquilidad, sin prisas. Esos son los proyectos que luego salen bien. Este disco, para mí, es una joya. Es un disco de rock puro de Loquillo pero con poemas míos que no ha modificado en ningún caso.
—Decía Loquillo hace poco en una entrevista que publicar un disco de poesías ´es un acto de fe´ pero parece que hay que tener fe, vistos los resultados.
—Está funcionando mejor que su disco anterior. Siempre se tiende a pensar que la poesía va a vender menos y los productores dicen, ´hombre, no me metas un disco de poesía´. Pero a lo mejor ahora comienzan a cambiar de opinión.
—Los temas culturales están sufriendo grandes recortes. ¿Se puede afirmar lo de ´malos tiempos para la lírica´ como decía Golpes Bajos?
—En una crisis se recorta, obviamente, lo que no sea de comer. Pero creo que muchas empresas y administraciones no dejan de lado la poesía porque tiene prestigio. No son tiempos tan malos para la lírica. O lo han sido todos o en todos se ha podido cultivar con una cierta normalidad. Es verdad que la lírica no está ligada al tema crematístico. La novela sí puede dar dinero, pero la poesía está al margen de los circuitos económicos. Quizás por eso tenga un prestigio que no le pueden quitar. La poesía se escribe porque realmente se necesita escribir.
—Ha publicado el libro ´En la cama con la muerte´ de poemas fúnebres que también se pueden relacionar con los epigramas del mundo clásico.
—Mi poesía bebe precisamente de la Antología Palatina, que es una colección de epigramas de época helenística y romana. Fue la que me influyó más decisivamente a la hora de configurar mi espacio creativo poético personal. Los epigramas más conocidos eran los funerarios y, además, ´epigrama´ es la inscripción que se graba en la tumba. Primero tiene un sentido funerario pero después sería cualquier poema breve incisivo. Dos amigos míos, Miguel Fernández-Pacheco y Marcela Lieblich, tienen la costumbre de fotografiar cementerios. Reunieron un haz de fotografías y escogieron poemas míos que se correspondieran con esas fotografías maravillosas de monumentos funerarios. Cementerios de todo el mundo. Isla de Siltolá, la editorial, ha hecho un gran trabajo. También he publicado recientemente una antología personal de mis versos, ´Por las calles del tiempo´, con la editorial Renacimiento y que está teniendo muy buena acogida. Abarca desde 1980 a 2010. Es la primera vez que hago una antología de poemas escogido por mí.
—No parece fácil hacer una selección así.
—Te da la sensación de que mañana vas a pensar que tendrías que hacer otra selección. Esta es la que hice hace unos meses y por el momento tengo que asumirla. Hasta que me empiece a enfadar con ella.
—Un repaso por toda su vida
—Creamos personajes. No somos solo nosotros mismos sino nuestros personajes, que derivan de nosotros. Hay una sensación muy especial al recorrer toda la diacronía de mi vida en esa selección. Te da una especie de extraño temblor.
—¿Volvería a la política?
—No entra en mis planes. Ya tuve mi experiencia, muy interesante. Aunque hay una frase que dice ´nunca digas nunca jamás´ en principio no pienso volver. Hay que sacrificar mucho y no tengo el virus de la política inoculado en mi cerebro. Otros sí lo tienen. Cada uno adopta el virus que quiere.
—Un virus que sí tiene es el de los libros. El año pasado andaba por los 40.000 volúmenes…
—A los libros tengo adicción absoluta.
—Marchamalo ha curioseado en las bibliotecas de los escritores para el libro ´Donde se guardan los libros´, entre ellas, la suya.
—Sí, ha publicado un libro en Siruela sobre bibliotecas de escritores.
—¿Cómo fue tener a un extraño en su biblioteca?
—Es un buen amigo que tiene también el virus de la bibliofilia inoculado. Estábamos entre enfermos y hay una solidaridad entre pervertidos por los libros.
—¿Es una biblioteca ordenada?
—Muy ordenada, pero no desde el punto de vista fraccionado, por orden alfabético o géneros. Digamos que está todo ordenado como se puede. Todos están muy bien colocados y no hay ninguno tirado aunque esté en el suelo [risas].