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Capitales de una civilización

Fuente: vanguardia.com.mx

Cuzco, Roma, La Meca o Babilonia fueron la cuna de algunas de las civilizaciones más importantes de la Historia

Babilonia, Cuzco, Roma y La Meca. Todas ellas son capitales que forman parte de las páginas de la Historia y que conservan “como pueden” el patrimonio arquitectónico y artístico que respectivamente construyeron los pueblos mesopotámicos, incas, romanos y musulmanes.

Y es que, ¿quién no ha estudiado nunca a los romanos o no conoce la importancia de La Meca para el Islam? La respuesta a estas cuestiones está en la retina de miles de estudiantes y turistas que se animan a disfrutar del legado de las civilizaciones más importantes del mundo.

CIUDADES DE PEREGRINACIÓN TURÍSTICA

La Meca, la ciudad que vio nacer a Mahoma, profeta del Islam, es junto a Medina uno de los dos puntos claves del actual reino de Arabia Saudí. Sin embargo, su visita está estricta y exclusivamente reservada a los fieles musulmanes.

La peregrinación a las ciudades santas de La Meca (el «hajj») y Medina es, junto a la profesión de fe, la limosna, el rezo y el ayuno durante el mes sagrado de Ramadán, uno de los cinco mandamientos del Islam. Por ello, todo musulmán está obligado a realizarla al menos una vez en su vida, siempre que disponga de la salud y de los recursos económicos necesarios.

Así como La Meca y Medina son referentes para la cultura árabe, lo es Roma para la cristiana, por ser la metrópoli en tiempos de Cristo y el lugar donde se encuentra la Ciudad del Vaticano, sitio por excelencia de peregrinaje para la cristiandad, con permiso de Jerusalén, que comparte legado con judíos y musulmanes.

La plaza de la Basílica de San Pedro recibe a miles de feligreses y de visitantes que se acercan hasta la Ciudad Santa, que se halla rodeada por el legado arquitectónico de la Roma Antigua, protegido como patrimonio de la humanidad.

El Coliseo, el Foro Romano y el Panteón de Agripa son fotografía obligada para los miles de turistas que se acercan a la capital italiana para conocer la importancia de una civilización que ha dejado profunda huella en los países mediterráneos.

UN VIAJE A TRAVÉS DEL TIEMPO

Al otro lado del Atlántico, Cuzco, antigua capital del Imperio inca antes de la llegada de Colón a América Latina y actual capital histórica del Perú de nuestros días, permite un viaje al pasado gracias a la herencia que los incas dejaron en los Andes.

La ciudad es hoy puerta del santuario del Machu Picchu, dignificado como una de las siete maravillas del mundo moderno y uno de los principales motores económicos del país por la gran afluencia de turistas que buscan conocer la civilización precolombina.

Además, con más de 250 kilómetros de longitud, el Camino Inca hasta el santuario andino es elegido por los visitantes que desean llegar a pie a esta zona después de un periplo de varios días de caminata.

Babilonia no ha tenido la misma suerte y se encuentra en ruinas, pero eso no ha impedido que uno de sus símbolos, la Torre de Babel, haya sido inmortalizada hasta en la pintura, gracias a Pieter Brueghel el Viejo en 1563.

Quedando como único testigo de su existencia el Génesis de la Biblia, lo cierto es que la ciudad de Babilonia representó el esplendor de la Mesopotamia antigua, antes de la llegada de los persas.

Pero si hablamos de grandes civilizaciones de Oriente, es imposible no citar el poder arquitectónico egipcio, representado por pirámides como la de Guiza o por la Gran Esfinge. Los faraones demostraron su poderío a través de la arquitectura y hoy en día la tierra de Cleopatra es uno de los destinos turísticos preferidos.

Algo que también se le ha dado bien al gigante asiático a través de los tiempos: la milenaria Gran Muralla construida por el emperador Qin Shihuang para proteger sus dominios de las incursiones de los pueblos nómadas del norte de Asia es todo un emblema para la China actual.

Sus más de 4,000 kilómetros de longitud han sustituido su función inicial de protección para transformarse en uno de los escaparates publicitarios que más aporta a las arcas del turismo en China.

Otros lugares como la ciudad prehispánica de Chichén Itza en México, la Acrópolis de Atenas o la Alhambra de Granada, también gozan de prestigio por haber aportado su granito de arena a las páginas de la Historia y la Arquitectura.

DESTACADOS:

* La plaza de la Basílica de San Pedro recibe a miles de feligreses y visitantes que se acercan hasta la ciudad santa, rodeada por el legado arquitectónico de la Roma Antigua.

* Al otro lado del Atlántico, Cuzco, antigua capital del Imperio inca antes de la llegada de Colón a América y actual capital «histórica» del Perú de nuestros días, permite un viaje al pasado gracias a la herencia que el pueblo inca dejó en los Andes.

* Los faraones demostraron su poderío a través de la arquitectura y, hoy en día, la tierra de Cleopatra es uno de los destinos turísticos preferidos.

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Un viaje por mar por la magia de las mil y una islas griegas

Fuente: 20minutos.es

23/08/2012

Son 2.000 las islas griegas, unas 200 habitadas: un crucero, la mejor opción

Las Cícladas son las más famosas islas griegas y entre ellas, Mikonos

Menos famosas, pero recomendables, Esporadas, del Dodecaneso y  Jónicas

No siempre el mayor atractivo turístico de un país es la capital. Con el centro de la antigua Grecia, Atenas, rivalizan los diferentes archipiélagos del país en cuanto a afluencia de visitantes. Es un tipo de visita en la que cabe la cultura, pero se prima el disfrute del sol y el mar, en un itinerario por algunas de las más bellas islas del Mediterráneo.

Islas del Sarónico

Como no hay mejor forma para desplazarse entre islas que hacerlo en barco, existe una amplia oferta de cruceros que recorren los diferentes archipiélagos: Cícladas, Dodecaneso, Jónicas, Espóradas, islas del Norte del Egeo y las del Golfo Sarónico.  Y es que son más de 2.000 las islas griegas, tan sólo unas 200 habitadas.

Por ello el crucero es la mejor opción para ver un gran número de islas en poco tiempo. Aunque algunos parten desde la vecina Italia, los cruceros más típicos comienzan y finalizan en Atenas, con lo que pueden tomarse como extensión de la visita a la Grecia continental.

El más resguardado y pequeño archipiélago se encuentra muy cercano a Atenas, en el Golfo Sarónico. Sus islas que lo componen ya disfrutan de los paisajes de costa que son común denominador de las islas griegas; pueblos tradicionales, lugares de relevancia arqueológica, cadenas montañosas sumergiéndose bajo el agua, playas rodeadas de árboles o de la más desértica roca. A destacar Hidra, una isla montañosa separada del Peloponeso por un estrecho golfo. En torno a su puerto se concentra la playa y el turismo, pero se puede explorar su zona deshabitada.

Mikonos y Las Cícladas

Las Cícladas son las más famosas islas griegas, por su céntrica posición y por el importante núcleo turístico que son. Su nombre deriva del vocablo griego que equivale a círculo, por la forma de su perímetro.

Mikonos es tal vez la más famosa, gracias a que en pasadas décadas tanto la comunidad gay como la jet set la eligieron como destino vacacional, esculpiendo en ella un carácter sofisticado y exclusivo. Su agitación se centra en la capital, de hermosas casitas blancas y maravillosas playas y cuenta con una activa vida nocturna.

Naxos es la más grande del archipiélago y cuenta con multitud de rincones arqueológicos, además de un sinfín de playas. Pero hay islas para todos los gustos, desde la tranquilidad de Kea, la fina arena de las playas de Milos o las asombrosa belleza volcánica de Santorini. Entre sus islas más pequeñas hay que destacar Delos, dehabitada e inaccesible, pero mágica y llena de mitología, con un conjunto de ruinas arqueológicas extraordinarias, encabezadas por el Santuario de Apolo.

Rodas y el Dodecaneso

Las Islas del Dodecaneso forman una cadena próxima a la costa de Turquía que desciende por el Mar Egeo. La más famosa y extensa de sus islas es Rodas, al sur del archipiélago, otra isla cosmopolita y dedicada al turismo.

Aquí la mitología se confunde con historia, ya que albergó en su puerto el Coloso, una de las siete maravillas del mundo antiguo que fue derruida por un terremoto. Donde descansaran los enormes pies de Helios, ahora se levantan dos columnas con sendos ciervos. Hay que disfrutar de sus refrescantes playas, así como de su arquitectura antigua y el placer mediterráneo de una plácida comida.

Esporadas

Más al norte y un tanto dispersas, están las Islas Esporadas, denominadas así precisamente por su imagen desperdigada en el mar. No tienen un carácter tan turístico y eso es lo que las hace especiales. El visitante podrá disfrutar del templado clima, las aguas limpias y la fina arena blanca en fértiles entornos de pinares y eucaliptos.

Creta

Mención aparte merece esta gigantesca isla que de cara al turismo es dividida en tres partes, centro, este y oeste. Se trata de la extensión insular mayor de Grecia y la quinta del Mediterráneo, por lo cual su visita requiere de más tiempo. Es importante disfrutar sus contrastes y alejarse a ser posible del habitado norte para perderse en las montañas y playas vírgenes del sur.

Encierra una riqueza paisajística sin igual, con extensas llanuras o bosques de palmeras, rodeando preciosas playas doradas. Los curiosos podrán indagar en la civilización cretense o minoica cuyo rastro fue arrasado por la erupción de un volcán.

Jónicas

Apartadas del resto están las Islas Jónicas, en la cara oeste de Grecia. Sin embargo aquí hay islas de renombre como Itaca, patria de Ulises, un lugar sencillo que, tras la lectura de la Odisea, alcanza una nueva dimensión para el visitante, que se siente protagonista de la epopeya.

La capital del archipiélago es Corfú, la segunda isla griega más habitada y la más septentrional. Por ella también pasaron las aventuras del héroe de Homero y para intentar la ardua tarea de discernir realidad y mito, hay que visitar su museo arqueológico. Cautiva su naturaleza de olivos, verdes valles, colinas y bahías.

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Alejandría, cuna de civilizaciones y riqueza histórica

Fuente: eleconomista.es

El famoso bazar Jan el-Jalili de El Cairo, las pirámides de Guiza, la Gran Esfinge y el tesoro de Tutankamón en el museo de El Cairo. Muchos piensan que ya conocen todo lo imprescindible del país egipcio.

Sin embargo, al norte del país, a unos 200 kilómetros de El Cairo se encuentra Alejandría, la segunda capital de Egipto, una ciudad bañada por el Mediterráneo, ejemplo indudable de multiculturalidad y que alberga la historia de numerosas civilizaciones.

Alejandría, por su estratégica localización, el clima moderado y sus fantásticas playas de arena que recorren el área comprendida entre Agamy al oeste y Abu Qeir, al este, se ha ganado el merecido nombre de «La Perla del Mediterráneo». Alejandría fue la capital del turismo árabe en el año 2010 por sus facilidades turísticas y su patrimonio histórico.

La historia de Alejandría está repleta de conquistas y de diferentes dinastías que la han ocupado, así como de una variedad amplísima de nacionalidades que han residido en ella. Fundada por Alejandro Magno en el año 332 A.C. fue el centro del Helenismo con una extraordinaria combinación de griegos procedentes de numerosas ciudades. También fue el hogar de la comunidad judía más grande del mundo, de los persas sasánidas, el imperio bizantino, los árabes, la expedición de Napoleón del año 1798, de italianos, ingleses y otomanos.

Por esto, conocer Alejandría supone empaparse de toda la riqueza cultural de sus antepasados y alzar la vista en cada una de sus calles supone descubrir auténticos tesoros arquitectónicos de la procedencia y época más variada.

Un paseo por Alejandría

Para hacernos una idea de lo que esta ciudad fue y es, la mejor opción es contemplar la arquitectura de las diferentes áreas que la componen y explorar los rincones de los distritos Gomruk, que data del siglo XVI, Anfushi y Ras El Tein, estos dos últimos datados en la era de Mohamed Ali, también conocidos como los distritos turcos, situados en la parte este de la ciudad donde está localizada la fortaleza.

El mercado del pescado es uno de los lugares por los que hay que pasar para una visita completa a la cultura alejandrina de la actualidad, donde el regateo es casi obligado y donde queda patente la tradición pesquera de este pueblo, actividad de gran importancia todavía hoy en día.

Más al sur, en la calle Horreya, en el distrito Al Attarin, hay un gran número de tiendas de antigüedades donde pasar horas rebuscando entre antiguos relojes y jarrones y lámparas del siglo XVIII así como de reproducciones de muebles en miniatura.

En el centro, por la estación Raml, encontramos otra de las facetas de Alejandría con calles y edificios inundados por el ajetreo y el bullicio de la zona peatonal y las tiendas, los coches a caballo y el famoso tranvía. Conocidos son los cafés al aire libre que hay por toda la ciudad donde se puede disfrutar de una taza de té o un café en plena calle.

Los barrios Griegos, al este de la calle Al Horreya, poseen preciosas villas antiguas, incluyendo el enorme edificio Miclavez, enfrente del ayuntamiento, construido en 1929. Estas edificaciones eran el alojamiento de la clase alta de los griegos. Más al este podemos encontrar el patriarcado de los Griegos Ortodoxos y la Iglesia de San Saba.

El distrito Azarita es otra ruta inolvidable donde se pueden disfrutar de las vistas de los edificios del Centro Cultural Goethe  y del Centro de Artes Atelier de Alejandría. Pero lo mejor de todo es saber que estas caminando sobre las ruinas centenarias de los antiguos asentamientos romanos y de los hundidos aposentos reales que descansan hoy en día bajo Alejandría.

Los tesoros de la ciudad

La mayor parte de la antigua civilización que habitaba estas tierras quedó sepultada bajo la actual ciudad de Alejandría. Sin embargo, todavía hoy sobreviven algunas maravillas arquitectónicas como el Pilar de Pompeya o restos de la Necrópolis romana que pueden visitarse y que aportan gran información del pasado de la región.

El Pilar de Pompeya es el monumento antiguo más conocido aún en pie, localizado en la acrópolis de la Alejandría antigua. A poca distancia, conocidas como Kom Al Shoqqafa, se encuentran las catacumbas, un laberinto de varios niveles a los que se accede a través de una gran escalera de caracol compuesta de docenas de columnas adornadas con pilares esculpidos, estatuas y otros símbolos religiosos sincréticos romano-egipcios, además de nichos y de un sarcófago, así como una gran habitación para banquetes.

En el área conocida como Kom Al Dikka se encuentran los baños y el anfiteatro romano. Se trata de un teatro en muy buenas condiciones de conservación de la ciudad antigua y los restos de unos baños de época romana.

Otro ejemplo excelente de arquitectura antigua son el Colegio y la Iglesia Saint-Marc. La Escuela Católica Romana fue fundada en 1928 por los hermanos Lassalian e inaugurada por el rey Fuad I. Se encuentra en el distrito Al Shatby.

El castillo Qaitbay es otra de las visitas imprescindibles, una fortaleza defensiva del siglo XV situada en la costa mediterránea, construida sobre las ruinas del Faro de Alejandría (una de las siete maravillas del mundo), convertido hoy en día en el Museo Naval de la ciudad.

La cultura islámica está presente en la más famosa y bella mezquita de Alejandría, la mezquita Abul Abbas. Se halla en el distrito Anfoushi cerca del Castillo Qaitbay y fue construida en el año 1940.

El pueblo judío también sigue presente con la sinagoga Eliahu Hanabi, la sinagoga más grande de la metrópoli, aún en actividad, que se encuentra en la calle Al Nabi Daniel, en el corazón del centro de Alejandría. Refleja el espíritu judío en su máximo esplendor. Su interior está compuesto por columnas de mármol y placas de bronce con los nombres de los mecenas.

También es recomendable, en una visita a esta ancestral ciudad, el Monasterio Abu Mina, alejado 50 kilómetros de Alejandría, para el que se necesita alquilar un coche para acceder o concertar una excursión a través de alguna agencia.

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Con todo el sabor de Roma

Fuente: diariovasco.com

Dies Oiassonis, este fin de semana, presta especial atención a la gastronomía. El sábado será día de talleres y actividades y el domingo, el de la procesión y ceremonia por Isis, Diosa protectora de los navegantes

En sólo dos ediciones, la fiesta romana del Museo Oiasso, primero Feria Oiassonis y ahora Dies Oiassonis, se ha convertido en un elemento singular del verano irunés atractivo e interesante. La conjunción de fuerzas públicas, privadas y ciudadanas ha dado como resultado una tercera edición intensa y ambiciosa en alguno de sus planteamientos que dedicará una atención especial a la ‘res culinaria’, literalmente, la cosa gastronómica.

Por eso, a las actores principales de la presentación de esta fiesta, Museo, Ayuntamiento y AVV de Santiago, se le sumaron ayer una representación del grupo de empresas locales dedicadas al bacalao (Bacalao Saboréalo) la iniciativa hostelera Irun Dastatu, transformada para la ocasión en su versión de época clásica, Oiasso Dastatu.

Auténtico ‘garum’

De la unión de unos y otros nace la degustación de cocina romana basada en el pescado, un básico de aquellas expediciones militares romanas que necesitaban del alimento en salazón para mantener las provisiones en aquellas largas campañas bélicas. La Agrícola, Gaztelumendi-Antxon, Harria, Labeko Etxea y Danako darán forma al bacalao para una actualización al gusto contemporáneo de platos romanos que, por supuesto, tendrán su denominación en pertinente latín.

Algunas de las cosas que podrán probarse el sábado irán sazonadas con ‘garum’, un aderezo romano que llega actualizado, «con todo sus controles sanitarios, como cualquier producto más, comercializado por una empresa italiana», explicaba ayer la directora del Museo, Mertxe Urteaga. No confundir esto con el taller de ‘garum’ que se incluye en el programa de los Dies Oiassonis. Precisamente porque éste, que lleva meses en preparación «desde que compramos varios kilos de verdel», señalaba Urteaga, se terminará de gestar el sábado, «pero no podremos probarlo, porque aquí sí que no hay garantía sanitaria de ningún tipo».

El ‘garum’ era la salsa estrella de la cocina romana, sólo asequible para las clases más altas. Su base eran vísceras fermentadas de pescado que se mezclaban con vino, vinagre, pimienta, aceite y/o agua. Si bien fue manjar de la élite hace 2000 años, hoy parece más propio de las ‘guarrindongadas’ del Robin Food David de Jorge. El irunés, por cierto, ha jugado su papel también en una de las partes del conjunto gastronómico de estos Dies Oiassonis. Urteaga le atribuyó la idea de la actividad dominicial del banquete de Trimalcón. Se realizará una representación de esta parte de la obra ‘El Satiricón’ de Petronio, que incluye el asado de un cerdo y en ella no faltará el burduntzi y los 150 kilos de txerri de los que darán cuenta los participantes en la procesión de Isis y cuantos, por un módico precio, se quieran sumar.

«Coordenadas en el tiempo»

El delegado de Promoción Económica y Turismo, Miguel Ángel Paéz, calificaba este fiesta romana como «una actividad de promoción de la ciudad innovadora e interesante» de la que destacó su «capacidad de atraer gente a la ciudad» y que en estos tiempos difíciles «es la colaboración del sector privado y los ciudadanos la que la hacen posible».

Mertxe Urteaga, por su parte, añadía la vertiente formativa: «todos sabemos donde están norte, sur, este y oeste. Pero cuesta más orientarse en la cadena del tiempo, saber si los fenicios van antes que los vikingos. Esto es un programa de difusión de la historia. Porque decimos que ésta es la sociedad de la innovación, del conocimientos, de la creatividad y los expertos en creatividad dicen que se necesita mucha información para que la creatividad surja, que no surge de la nada. Queremos dotar a la sociedad guipuzcoana de las coordenadas temporales, queremos transmitir información y conocimiento».

PROGRAMA

Sábado: 11.00-20.00, Museion: artesanos del bronce y la cerámica, taberna libraria, juegos romanos, música in vía (pasacalles de música romana), gastronomía romana (todo en el Museo Oiasso y alrededores). 11.30-13.30: Oiasso Dastatu: degustación de comida romana. 12.00-13.00 Ars memoria: taller de topografía romana. 12.00-13.30: Antiquarium: el taller del arqueólogo. 13.00-13.30: Garum: taller de conservas. 20.00-21.00, Mostellaria, comedia de Plauto con el grupo de teatro Larrahi. 22.00-23.00, Carmina canere, actuación de música y danza romanas con el grupo Thaleia, de Tarragona.

Domingo: 12.30: Navigium Isidis: reconstrucción de la procesión dedicada a Isis, protectora de los navegantes, desde el Museo Oiasso al canal de Dunboa. Ofrenda a la Diosa (Sollemnissimas preces) y posterior ceremonia de apertura del mar en el frontón Euskal Jai (Ploiaphesia). 14.00: Banquete de Trimalcón: recreación teatral de este episodio de ‘El satiricón’ de Petronio que incluye el asado de un cerdo y posterior degustación.

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La Junta crea la marca ‘Teatros Romanos de Andalucía’, que ofrece actividades en torno al mundo grecolatino

Fuente: 20minutos.es

El monumento malagueño se somete a nuevos trabajos de restauración en la orchesta y el frons pulpiti y amplía su horario de visita

El consejero de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, ha anunciado este viernes la creación de la marca ‘Teatros Romanos de Andalucía’, que englobará a los coliseos de Málaga, Itálica (Sevilla), el gaditano Baelo Claudia y el de Cádiz, y cuyo objetivo es crear un distintivo que englobe actividades como jornadas, visitas guiadas, representaciones escénicas y otras en torno al mundo grecolatino.

Dentro de estas actividades, Alonso ha precisado que esa marca, entre otros factores, permitirá que algunas de las actuaciones escénicas puedan ser comunes, aunque ha insistido en que «no nos queremos quedar ahí, sino ir más allá». No obstante, ha asegurado que «al final de agosto o primeros de septiembre podremos presentar el primer ensayo de programación de estos teatros romanos de Andalucía».

«Queremos una marca de calidad y la queremos hacer en torno al otoño, de modo que el resto del año nos permita seguir con la protección de cada uno de ellos», ha indicado, al tiempo que ha señalado que lo que se busca es «ofrecer espectáculo de calidad, acuñado en torno a una idea». Ha aclarado que, posiblemente, en otoño podría estar disponible en tres de estos espacios, ya que el de Cádiz no estará preparado para ese momento.

En este punto, Alonso, junto con la directora general de Bienes Culturales e Instituciones Museísticas, Elia Maldonado, han dado a conocer los trabajos en el Teatro Romano de Málaga de conservación, restauración y adecuación de la orchestra y frons pulpiti, cuya tarima también será restaurada para permitir «el uso público del teatro».

La restauración y adaptación de orchestra y frons pulpiti persigue frenar el proceso de degradación de sus materiales pétreos —los mármoles y sillares de travertino— mediante la limpieza, primero, y la recomposición de fisuras, después. Para ello, tal y como ha indicado, se usará espatulado de morteros con áridos similares, previa prueba de laboratorio y con reversibilidad.

Ha señalado que se va a poner en marcha una primera fase que consistirá en la actualización del estudio de patología, que estaba iniciado. Además, esta fase previa permitirá conocer cuál son los procedimientos a seguir para la restauración final de la orchestra y frons pulpiti.

Maldonado ha señalado que cualquier intervención que se realice en el Teatro Romano «debe permitir hacer compatible la preservación patrimonial con el uso público del monumento». En cuanto a la inversión, ha señalado que está presupuestada en unos 283.000 euros, condicionada a los estudios previos que se iniciarán «de inmediato y que están valorados en 40.000 euros».

En este sentido, Alonso ha subrayado la labor de la conservación del patrimonio. «Lo cuidamos, lo mimamos, pero a la vez lo disfrutamos», ha señalado. Además, ha añadido que en este espacio malagueño se han invertido más de 4,5 millones de euros.

Horario nuevo y milla de oro

Por otro lado, Alonso ha anunciado que los horarios del Teatro Romano cambiarán para «adecuarlos a las nuevas demandas». En concreto, se ampliará el de apertura, que será a partir de agosto de 15.00 a 20.00 horas los martes; de 09.00 a 20.00 horas de miércoles a sábado, y de 09.00 a 14.00 horas los domingos y festivos. En este punto, ha indicado que, desde 2004, el Teatro Romano ha tenido 2.197.210 visitantes.

El responsable andaluz de Cultura ha catalogado el enclave compuesto por el Teatro Romano, el Museo Picasso Málaga (MPM), Gibralbaro y la Alcazaba, la Catedral y el futuro Museo de Málaga, ubicado en el Palacio de la Aduana, como «la milla de oro de la cultura de Málaga».

«Es —ha continuado— un elemento atractivo para disfrutar de su uso cultural por lo que hacemos una apuesta muy clara en la que llevamos invertido mucho dinero», ha puntualizado.

Alonso ha resaltado «la extraordinaria red de comunicación» de Málaga y la Costa del Sol, destacando el aeropuerto, el AVE, las autovías, autopistas y el puerto, que sitúan a la provincia en una demanda de público «interesante» para la cultura, pero también en conceptos educativos o procesos turísticos.

Por último, Alonso ha explicado las inversiones que se han realizado en los cuatro teatros de Andalucía: en Itálica se han invertido en torno a 2,4 millones de euros; en Baelo Claudia, entre el teatro y el centro de interpretación, cinco millones, y en Cádiz, unos 2,4 millones.

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Majestuosas ruinas del imperio romano en Libia

Fuente: eltiempo.com

Se denominan las ruinas de Leptis Magna o Lepcis Magna. Están cerca de Trípoli y fueron construidas en el siglo primero antes de Cristo.

La impresionante galería de fotos se puede ver aquí

 

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El secreto italiano de Rodas

Fuente: elviajero.elpais.com

Recorrido por la isla griega siguiendo la herencia que dejó Italia en su expansión durante la primera mitad del siglo XX

No muchos recuerdan las pretensiones coloniales de los italianos en el Egeo: entre 1912 y 1943, las islas del Dodecaneso fueron parte del reino de Italia. Las había ganado en guerra contra un Imperio Otomano moribundo, aquel «hombre enfermo de Europa« que se desmembró tras la Gran Guerra. Y no pasaron a ser parte de Grecia hasta la caída de Mussolini poco antes de que acabase la Segunda Guerra Mundial.

De Kos a Leros, de Symi a Rodas, los italianos se emplearon a fondo en una política de obras públicas, infraestructuras y edificios simbólicos que remacharan su prestigio entre una población local mayoritariamente griega. El archipiélago se convirtió en la provincia de las Islas Italianas del Egeo, y se dio a los isleños la plena nacionalidad.

La perla del Dodecaneso, Rodas, hizo un poco las veces de una Cuba tardía para un país relativamente joven como Italia, que se había unificado en 1870 y se incorporaba con prisas a la carrera colonial europea. La isla lo tenía todo para convertirse en escaparate de las bondades civilizadoras del nuevo Estado: fértil y próspera, cargada de historia desde la antigüedad, baluarte y avanzadilla frente a los turcos en la Edad Media, cuando fue sede de la Orden de los Caballeros de San Juan Hospitalario.

Ciudadela simbólica

Hasta la derrota frente a Solimán el Magnífico, los grandes maestres de la orden habían hecho de la ciudadela una fortaleza legendaria, llena de palacios e iglesias: su valor simbólico era evidente, e Italia no escatimó gastos y esfuerzos para presentarse como restauradora de los valores de Occidente en tierras lejanas.

En la antigüedad se decía que los rodios construían «como si fuesen inmortales». Italia traía consigo una tradición arquitectónica igual de ilustre. Una de las primeras iniciativas del primer gobernador de la isla, el ilustrado Mario Lago, fue la creación de la Escuela Italiana de Arqueología en Rodas. Roma dio cheque sin fondo y los italianos se lanzaron a restaurar las principales ruinas de la isla: Lindos y Kameiros. La acrópolis de Lindos, colgada sobre el mar, protegida por murallas medievales y asediada por el pueblecito de estampa orientalista, es aún hoy el tercer monumento más rentable de Grecia.

Lago no solo restauró: también se lanzó a levantar edificios en la capital. Toda una nueva ciudad racionalista fue formándose en torno a las murallas y las callejuelas de la vieja ciudad de los Caballeros. Era una empresa tan estética como política: presentándose como justos herederos de la antigüedad clásica, los italianos trataban de dar carta de naturaleza a su presencia forzosa en las islas.

La suya fue lo que se ha llamado «arquitectura del protector», y contó para trazarla con un arquitecto talentoso y refinado de nombre exuberante. Florestano di Fausto sampleó todos los estilos de una isla particularmente mestiza: lo clásico y lo bizantino, lo otomano y el gótico de las Cruzadas, el estilo vernacular griego con sus hermosas fachadas de piedra labrada y sus mosaicos de piedras de río blancas y negras. Todo pasado por la túrmix de un art déco racionalista, amable y luminoso, de colores pastel y amplios espacios para refrescar los interiores castigados por el sol.

Una arquitectura lúdica y benevolente que busca hacerse simpática y se concentra en la ampliación del puerto de Rodas, que 2.000 años antes había custodiado el legendario Coloso: el palacio del gobernador reproduce el palacio Ducal de Venecia asomándose al agua transparente de la rada. El delicioso Mercado Nuevo mezcla felizmente la idea del zoco, la del ágora y la de la plaza mayor: los cafés de sus soportales convierten a Rodas en una extremidad soleada y remota de esa Europa de los cafés que defiende Steiner.

Y muchos edificios pensados para el placer: ahí sigue la hermosa cúpula a la turca de La Ronda, los baños públicos frente a la playa, con sus trampolines aerodinámicos plantados sobre el agua. Y sobre todo el elegante y festivo Acuario, con sus relieves marinos de conchas, ánforas y caballitos de mar: asomado a la lengua de arena que remata la ciudad por este lado, luce como el acuario más bonito de Europa.

Di Fausto construyó por toda la isla: en las montañas llenas de pinos de eleousa aún puede visitarse el agradable centro cívico de la antigua Campochiaro, un asentamiento rural pensado para atraer a colonos italianos. Y desde luego merece la pena coger un taxi para visitar, a 10 kilómetros de la ciudad, otro monumento lleno del optimismo soleado de los felices veinte: el balneario de Kalithea que construyó en 1928 otro arquitecto oficial del periodo, Pietro Lombardi.

Los antiguos rodios ya cantaban las bondades de las fuentes termales de la zona, y Lombardi construyó allá una minifantasía de recreo para la élite de la isla: rotondas, pérgolas, fuentes, grutas a la orilla del mar, escaleras y rampas para entrar fácilmente en el agua de las calitas que orlan el terreno. Es un sitio lleno de sabor y de recuerdos que Grecia acaba de restaurar con buen ojo. El mar transparente casi duele visto desde sus belvederes: nunca falta por aquí la brisa que airea la visita, y uno sospecha que resulta tanto o más salutífera que los hectolitros de aguas ferruginosas que puedan beberse.

Con el ascenso de Mussolini, la historia de Italia y la de toda Europa perdió veleidades voluptuosas. El sueño panmediterráneo, paternalista y conciliador de Mario Lago degeneró en la fatuidad pomposa y los aires de grandeza de la «arquitectura del dominador» del nuevo gobernador fascista, Cesare de Vecchi. A partir del 36, sus arquitectos se centraron en restaurar el palacio medieval de los Grandes Maestres: iba a ser residencia oficial del Duce, y luce aún hoy gélido y siniestro en sus salas llenas de mármoles y sus almenas disneyficadas. Llegaba el revival de la romanidad gloriosa, y se había acabado el coqueteo con la historia multicultural de las islas. De Vecchi depuró el eclecticismo fantasioso de los edificios de la ciudad. El Gran Hotel de las Rosas perdió sus arcos ojivales y sus estucos orientales, a medio camino entre Hollywood y Montecarlo, para transformarse en un pesado navío de severidad grandilocuente. La casa del Fascio, el teatro Puccini o el Palacio de Justicia intentaron convertir Rodas en un pequeño muestrario del poderío fascista. Es una arquitectura interesante desde el punto de vista histórico, pero mucho menos duradera, paradójicamente, que los sueños volátiles de las décadas precedentes.

Y que, no hace falta decirlo, se vuelve ridícula a la sombra invisible y fantasmal del viejo Coloso de Rodas. Desde el fondo del mar debió de sonreírse ante las pretensiones eternas de aquellos perifollos fascistas.

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El Coliseo está en plena renovación

Fuente: eltiempo.com.ve

Cinco millones de turistas visitan cada año una de las estructuras arquitectónicas más emblemáticas de Roma, un monumento universal que tiene poco más de dos mil años

Poco queda ya de los combates navales, las luchas entre gladiadores y las ejecuciones públicas que cada día se celebraban en el Coliseo bajo la atenta mirada de un pueblo sediento de diversión, durante sus primeros 500 años de historia.

Tampoco permanece en la zona el Coloso de Nerón, una estatua de 30 o 35 metros de altura, fabricada en bronce y dedicada al emperador romano, que fue la encargada de dar el sobrenombre de Coliseo al Anfiteatro Flavio, su verdadero nombre de pila, en honor a la dinastía de emperadores que ordenaron su creación en el año 70 d.C.

Los encargados de unir la antigüedad con los tiempos modernos del siglo XXI son unos hombres disfrazados de soldados romanos de la época que, ataviados con túnicas rojas y blancas, cascos, espadas y escudos, posan cada día en las fotos de los turistas, a cambio de un euro.

A su alrededor, no faltan tampoco los pintores callejeros, los vendedores ambulantes y los puestos de recuerdos, en los que cualquiera puede comprar imanes para la nevera, llaveros, esculturas y camisetas con la imagen del Coliseo, uno de los monumentos mejor conservados y más valorados en todo el mundo.

Trabajos de actualización
Aunque los expertos coinciden en que es uno de los monumentos mejor conservados de la Roma Clásica, los derrumbamientos acontecidos en su interior y en otros lugares de la Ciudad Eterna propiciaron  la restauración de algunas de sus zonas.

Los trabajos de renovación suscitaron ciertas polémicas en Italia porque corren a cargo de la empresa italiana de calzado Tod’s, comenzaron en  septiembre y tendrán un costo aproximado de  36 millones de dólares.
Tras las obras, que se estima que duren entre 24 y 36 meses, la superficie visitable del Coliseo se ampliará en  25%.

Además, las puertas del anfiteatro romano no se cerrarán durante los meses de las obras, por lo que podrá ser visitado con total normalidad.

Este remozamiento se inició en  las fachadas norte y sur de este edificio, las galerías y el hipogeo (galerías subterráneas).

Se mejorará asimismo el sistema de iluminación de todo el recinto y se revisará la seguridad de las instalaciones, sustituyendo las cancelas actuales por un nuevo modelo más moderno y seguro.

También se creará un centro de servicios en el exterior del Coliseo de aproximadamente 1.600 metros cuadrados, que albergará las taquillas, una librería, una cafetería y varios baños, servicios que actualmente se encuentran dentro del propio monumento.

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El Mercado romano llega pronto este año

Fuente: extremaduraaldia.com

Se inaugura este Mercado, sin renunciar a otro que se celebrará en Navidades

La Plaza de España y calles aledañas vuelven a llenarse de pequeñas tiendas, puestos, que conforman el conocido y querido Mercado Romano. Este año llega pronto, y su temática supera a la época romana, dando paso a la crisis.

Más diversidad de productos, menos puestos en el Mercado y precios más bajos. Estas son algunas de las premisas de un Mercado que se adelanta este año. Pocos son los emeritenses que saben que desde hoy viernes, y hasta el domingo, podrán disfrutar de juegos romanos, talleres, cetrería… Tan es así que la inauguración del mismo, que ha tenido lugar sobre las 13 horas, solo ha contado con los curiosos que durante esos momentos paseaban por el centro de la ciudad.

Dando un paseo por sus calles, podemos comprobar que hay productos y comerciantes nuevos. Mucha llamada a la suerte, que tanta falta hace en estos tiempos, y una bajada de precios dada la disminución de venta de productos debido a la crisis.

El coordinador de este Mercado, Gerardo Martín, ha asegurado que será un mercado vivo, con talleres durante todo el día y pasacalles de improvisto para sorprender a los viandantes. En el Rincón de los Poetas habrá un espacio para la lucha de gladiadores, el tiro de arco o el lanzamiento de lanzas, entre otros. También se realizará taller de mitología y juguetería para los más pequeños. Disfrutarán sin duda, niños y mayores, de la cetrería y de la elaboración, a mano, de armas.

Es por tanto, un mercado donde además de comprar lo que sus comerciantes ofrecen, los ciudadanos disfrutarán de un ambiente creado para ellos, para que viajen en el tiempo. Hasta podrán darse un masaje relajante tras las compras.

En los puestos se ofertan productos de todo tipo. Productos alimentarios como dulces (desde los más típicos de aquí hasta marroquíes), quesos y embutidos, mieles, chucherías, condimentos y tés, semillas… hasta productos aromáticos, bisutería, máscaras, ropa, cuadros y demás productos de decoración… Todo ello a través de simpáticos comerciantes, ataviados con ropa romana, provenientes de diferentes puntos del país, y de fuera, como es el caso de Perú, Portugal, Argentina, Marruecos y Alemania.

Productos curiosos como las lámparas de sal del Himalaya que según sus vendedores, son purificadoras de energía y ayudan a eliminar la humedad de las habitaciones, entre otras propiedades.

Gerardo se ha mostrado extrañado de la fecha de celebración de este Mercado, que estaba previsto venir a la capital extremeña para Carnavales. Al respecto, el delegado de Festejos, Daniel Serrano, ha anunciado que habrá otro Mercado (a través de otra Asociación de comerciantes) en Navidad, y sorpresas en Carnavales.

Finalmente, Gerardo cruza los dedos para que el tiempo sea su aliado. Algunos comerciantes se han echado para atrás ante la posibilidad de lluvias. No obstante, la Agencia Estatal de Meteorología pronostica días nublados para estos días, pero no lluvias, que sí acudirán el próximo lunes.

El Mercado Romano está instalado en la Plaza de España, Plaza Santa Clara, calle Arzobispo y Arco, Rincón de los Poetas y Plaza de la Constitución (parque de Correos). El horario es de 11 a 15 horas, y por la tarde, desde las 17 horas. El próximo fin de semana irán a Badajoz.

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Delfos: el secreto de la Antigüedad

Fuente: clarin.com

Por su monumental acervo de la era clásica y los deliciosos valles de olivos del monte Parnaso, este sitio arqueológico constituye una parada obligada de quienes visitan Grecia. Aquí, un recorrido que incluye museos, sabores típicos del Mediterráneo y las apacibles playas del Golfo de Corinto.

Existen miles de formas de conocer Grecia, tantas quizá como viajeros se aventuren en sus tierras. Pero todas esas formas pueden reducirse a tres grupos. El primero está formado por los que quieren disfrutar del ancho mar, de sus colores y sabores incomparables, en el formato pequeño y acogedor –pero provisto del confort europeo– que ofrecen las islas griegas. Estos turistas elegirán, probablemente, las Cícladas o una aldea de pescadores al norte del Egeo.

Un segundo grupo lo componen quienes quieren recorrer los caminos insondables de la sabiduría antigua: ellos se concentrarán en Atenas, centro neurálgico y logístico del circuito arqueológico, con la promesa de palpar los rastros del pasado. Volverán a casa muy satisfechos, con los pies felizmente cansados, tras haber caminado por la Acrópolis, por los museos extraordinarios del Atica y del Peloponeso, y por los teatros milenarios de la Hélade. En el tercer grupo están los inconformistas de siempre. Los que no quieren perderse ni los tesoros sapienciales de la cuna de Occidente ni el placer –no menos estimulante– de la playa y del mar, ni el confort. La mejor opción para este último grupo es conocer Grecia haciendo pie en Delfos.

La ciudad, que se alza en la ladera del monte Parnaso, a 177 kilómetros al norte de Atenas y a unos 10 kilómetros del Golfo de Corinto, es de dimensiones mínimas (de hecho, más allá de las simpáticas tiendas de souvenirs, si se busca hacer compras más sofisticadas, conviene acercarse a la vecina y coqueta Arachova, a 12 kilómetros de allí). El tamaño pequeño, por un lado, intensifica la grata sensación de intemporalidad que habita a Delfos; por otro lado, contrasta con la inmensa fama y la autoridad que tuvo en el pasado. Al caminar por sus callecitas apacibles, en las que casi podría escucharse el sonido de las flores de Santa Rita que caen a la vereda, uno no puede menos que sorprenderse de que antiguamente esta ciudad fuera considerada “el ombligo del mundo”.

Epicentro espiritual

Delfos fue el centro religioso de Grecia desde tiempos arcaicos: se sabe que ya era sitio de culto en el siglo VIII aC. Fue centro cultural y social, y un sitio de poderosa influencia política y económica, un enclave por cuyo dominio los diversos estados griegos disputaron cuatro “guerras sagradas”, entre los siglos V y IV aC.

A su célebre oráculo llegaban las consultas de los reyes que planeaban expediciones militares y guerras de conquista. No sólo los griegos: Heródoto cuenta que el rey lido Creso envió su consulta antes de enfrentarse a los persas, pero no comprendió las enigmáticas palabras oraculares y fue derrotado por Ciro. En ese entonces, el oráculo también respondía las preguntas de los hombres comunes y corrientes (las mujeres no podían ingresar en el espacio reservado al culto). Y el santuario –esto fue crucial para Delfos– atesoraba las preciosas ofrendas que reyes, ciudades enteras y ricas familias prodigaban a Apolo. Los restos de esos magníficos tesoros conforman hoy, junto con los de Atenas y Creta, una de las zonas arqueológicas más fabulosas de toda Grecia.

El origen de Delfos se pierde en la huella remota del relato mitológico: se dice que Zeus había echado a volar dos águilas y señaló como ombligo del mundo al sitio en el que ambas se cruzaron. Ese ombligo está representado en una gigantesca escultura de tiempos arcaicos, en el Museo de la ciudad. Al comienzo de su tragedia

Euménides, Esquilo da por seguro que la primera diosa honrada en Delfos fue Gea (o Gaia), la Tierra; que de sus manos el templo pasó luego a las de Temis, y de éstas, a las de Febo-Apolo, quien se adueñó del lugar matando a su guardiana, la serpiente Pitón. Según otra versión, fue un pastor el que descubrió los poderes mánticos del terreno, al ver el estado de excitación que alcanzaban allí sus cabras cuando pastaban en la zona.
Hoy, apenas uno se aleja un poco del centro de la ciudad, se ve que las cabras siguen pastando por Delfos, y a la siesta, si se callan un poco las cigarras, se escucha el caprichoso tintinear de sus cencerros. En cambio, los restos del trípode en el que se sentaba la pitonisa –la joven que recibía la profecía divina del oráculo y la repetía, en trance, para que el sacerdote interpretara sus extrañas palabras– se exhiben en el modernísimo Museo edificado al pie del sitio arqueológico de Delfos.

Conócete a ti mismo

El museo y el sitio arqueológico forman un solo conjunto que se halla a dos kilómetros del centro de la ciudad. El paisaje circundante amerita el esfuerzo de llegar caminando. Los siglos no han pasado en vano, claro, pero la ruta, que recorre la pendiente del barranco que separa al monte Parnaso del monte Kirphi, permite al turista figurarse la visión que tendrían los peregrinos que llegaban al oráculo de Delfos desde toda Grecia. Se dirigían primero hasta la Fuente de Castalia (donde se debían lavar, para purificarse), y luego al tholos (cúpula) de Atena Pronaia, o al templo de Apolo.

A pasos de éste se alza el antiguo teatro donde se celebraba a Dionisos, y que junto con el estadio –en la cima de la zona arqueológica– constituían la sede de los Juegos Píticos, paralelos en importancia a las famosas competencias que se realizaban en Olimpia.

Si uno viaja en el verano boreal, conviene llegar al sitio arqueológico temprano –las puertas abren a las 8– y recorrer primero los antiguos santuarios (en subida). Y luego, a medida que el sol se levanta y, con él, la temperatura, conviene descender y recorrer, al amparo del aire acondicionado, las maravillas que ofrece el Museo. Aquí se conservan las piezas originales –en el sitio arqueológico los monumentos están parcialmente reconstruidos con los materiales genuinos– de las ofrendas votivas que cada ciudad llevaba a Apolo. Aún hay partes del Tesoro de Atenas y del de Sifnis, tal como los retrató el geógrafo Pausanias (siglo II dC.) en su Descripción de Grecia.

En décadas pasadas se ponía en duda la información de la Descripción, pero Rosina Kolonia –erudita arqueóloga, ex directora del Museo, de aspecto juvenil y reservado– afirma que los estudios hechos tras las últimas excavaciones le dan la razón a Pausanias. Sentada en el bar del Museo, con un jugo de naranja helado, recién exprimido, dice Kolonia: “Pau-sanias sigue siendo la primera y más preciosa guía para conocer los monumentos délficos”.

La enigmática E de Delfos

Increíbles piezas escultóricas de tiempos arcaicos, clásicos y helenísticos componen el patrimonio del Museo: la escultura de la esfinge con la que se topó Edipo, las estatuas de los jóvenes Cléobis y Bitón a quienes Solón admiraba, el auriga broncíneo, que compite en belleza con el fascinante busto del legendario Adriano, que fue sacerdote del templo allá por el siglo II dC. Hay otras obras menos conocidas y no menos fantásticas, como el perfil del filósofo –o del melancólico, según otra tradición–, o la inscripción en piedra con que la antigua Delfos homenajeó a Plutarco de Queronea.

Escritor prolífico, filósofo y sacerdote-intérprete del oráculo hacia fines del siglo I dC., Plutarco dedicó una preciosa serie de tratados a Delfos: La sacerdotisa pitia del oráculo, La caducidad de los oráculos y La E de Delfos. Este último es especialmente curioso. Como se sabe –y Platón nos lo recuerda en uno de sus diálogos juveniles– tres inscripciones recibían antiguamente a los visitantes del santuario délfico: gnothi seautón, es decir “conócete a ti mismo”; medén ágan, o sea “nada en exceso”, y engya pára d’ate, que se tradujo como “el que se fía, se arruina”. Plutarco, que conoció el oráculo varios siglos después de la muerte de Platón, dice que había una cuarta inscripción: una visible E (la letra griega épsilon), para la cual Plutarco propone varios significados. Un significado matemático y numerológico, otro en clave retórica (todo visitante va a preguntar al dios “si esto”, “si aquello” y la épsilon es ese “si…”) y una interpretación teológica.

Así como el dios Apolo, cuando ingresamos en su casa, se dirige a nosotros con un “conócete a ti mismo”, la E –explica Plutarco– indica la respuesta que nosotros hemos de darle a El. La E quiere decir “Tú Eres”; una fórmula análoga al “Yo Soy el que Soy” (Yahvé) de la tradición judeocristiana. Una fórmula que manifiesta la plenitud absoluta de la divinidad. La letra E de Delfos, dice Plutarco, “es un llamado, un grito de temor y admiración surgido en el culto a dios y para toda la eternidad. Le recuerda al hombre su propia naturaleza mortal y su debilidad”.

¿Nada en exceso?

También es cierto que nadie ha cruzado el océano en plan de vacaciones, incluso queriendo saciar una sed de antigua cultura, sólo para constatar la esencial diferencia entre lo divino y lo mortal. Ni precisamos recurrir a Plutarco para recordar nuestra humana condición: ella se nos vuelve patente muy seguido, particularmente a la hora del almuerzo y la cena. Delfos, el centro, también tiene remedio para estas inquietudes.

Una serie de pequeños restaurantes y tabernas, situados en terrazas con vista al Golfo de Itea, con muy buena comida, indefectiblemente casera, espera al visitante tras la recorrida arqueológica. La típica mousaka (ver La buena mesa), mezcla tremendamente griega de lasaña y pastel de papas; brochettes de carne de cabra y esas ensaladas de infinitas variaciones que suelen incluir aceitunas negras (si no las incluyen, hay que reclamarlas: no existen mejores aceitunas que éstas, silvestres, recogidas de los olivares que pueblan todo el camino que lleva desde la ciudad a la playa).

Y por qué no, después del almuerzo, un merecido descanso cerca del mar. Llegar hasta la vecina y módica localidad de Itea lleva sólo 15 minutos en auto, y 25 en el transporte público (cuesta poco más de un euro el boleto de ida, que se puede sacar arriba del bus). Si uno va a Itea en bus, éste se detendrá justo donde termina el muelle en el que se estacionan los veleros y donde comienza la rambla, con su hilera colorida de bares pegados a la playa. Al final de la rambla, siguiendo el rodeo que dan las aguas del golfo, se llega a la zona más placentera para las zambullidas.

Estas son playas sin arena: en el suelo hay zonas de piedritas, llenas de erizos (¡prohibido aventurarse sin ojotas!), y zonas de fresco césped. A continuación de Itea se encuentran las playas de Crisa (Kirra, en griego). Antiguo puerto de Delfos, Crisa cobraba tributo a los visitantes del oráculo. Se dice que por esto sus habitantes fueron diezmados durante las antiguas “guerras sagradas”.

Poco más allá (25 kilómetros al sudoeste de Delfos) está Galaxidi, edificada sobre la antigua Chaleion, una playa más coqueta, con un mar más azul, quizás parecido al que muestran las fotos de la Grecia insular. Su pasado reciente, de puerto próspero durante el siglo XIX, se nota en la arquitectura, en las confiterías –un poco más caras– y en general en su apariencia más sofisticada.

Desde la playa se puede iniciar también un recorrido por las reliquias de otros tiempos: por ejemplo aventurarse hasta Naupactus, unos 20 kilómetros más allá, donde tuvo lugar la célebre batalla de Lepanto, en el siglo XVI. La ciudad guarda incluso una estatua a Miguel de Cervantes, quien perdió allí parte de su brazo, peleando contra los otomanos.

El último bus parte de la playa de Itea de regreso a Delfos alrededor de las 22 (veinte minutos antes sale de Galaxidi). Claro que si el tiempo es bueno, también se puede cenar pescado fresquísimo en uno de estos bares marítimos, con sonido ambiente de guitarras y canciones en la voz de algún posadero. El regreso en taxi de Itea a Delfos cuesta unos 25 euros. Conviene, sin embargo, prestar atención al día elegido para quedarse a pasar la cena en la playa: la vida nocturna de Delfos, por lo general silenciosa, suele sorprender al turista con inesperados programas fuera de serie.

Uno puede coincidir con una procesión que va hacia alguna de las dos iglesias ortodoxas, de época bizantina, que rodean la bella plaza, en la cima de la ciudad. O con un concierto de piano en el magnífico Centro Cultural Europeo de Delfos (ECCD), auténtico motor de las actividades artísticas que se dan por fuera del espacio arqueológico. También podría ser ocasión de un concierto del hydraulis, arcaico instrumento parecido a un órgano, que fue reconstruido en el ECCD en 1999, siguiendo los testimonios antiguos de Vitruvio y del inventor Heron de Alejandría.

Otro atractivo de las noches délficas está dado por las representaciones organizadas por el mismo Centro, que construyó un flamante teatro al aire libre, siguiendo el estilo de los antiguos, pero con tecnología actual. El sitio convoca a elencos griegos e internacionales: el Shizuoka Performing Arts Centre de Japón, el National Theatre Studio de Gran Bretaña, el grupo del norteamericano Bob Wilson. ¿El repertorio? Sófocles, Esquilo, Eurípides, Aristófanes. Son muy pocos los escenarios del mundo capaces de competir con éste, que mira nada menos que al oráculo más famoso de la Antigüedad.

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