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III Festival Juvenil de Teatro Clásico Grecolatino y de Teatro Español

Fuente: lavozdetenerife.com

En esta tercera edición del Festival Juvenil de Teatro Clásico Grecolatino y de Teatro Español se celebrarán 4 funciones los días 30 y 31 de este mes. Acudirán 2.000 alumnos de toda la provincia de S/C de Tenerife, e igual cantidad en la sede de Las Palmas de Gran Canaria.

En ambos casos se representará en los Paraninfo de las dos universidades.

En esta edición también nos hemos visto obligados  a doblar la representación de la obra latina por la gran demanda y aun así, se han quedado varios Centros sin poder acudir.

En toda España participan unos 100.000 alumnos y profesores cada año, cumpliendo este año la edición XXVIII., este festival tiene 28 años de vida. En Canarias, tres.
La clave del éxito de este Festival radica en elegir unos obras cumbres de la Literatura Latina, de la  Literatura Griega y de la Literatura Española y preparar una traducción hecha por los mejores especialistas, pero cuidando muchísimo la adaptación a los receptores, alumnos de Bachillerato, de manera que el mensaje sea bien entendido por ellos. Además, el texto, el libro es enviado a cada uno de  los alumnos asistentes con antelación, de manera que se  realza la función didáctica por la incorporación de actividades de lectura que se deben realizar previamente. Como colofón, los alumnos asisten a la representación que es la que presentamos hoy aquí. Pero como se diría en otros contextos, aún hay más. Al finalizar la representación se lleva a  cabo un coloquio  entre los actores y el público, una experiencia que deja una bonita impronta en los alumnos.

Las obras elegidas en esta edición son de Literatura Latina, la comedia de Plauto, Pseudulus o Pséudolo que es considerado una de las mejores comedias de Plauto,
Se caracteriza por abordar el retrato de caracteres, el tratamiento de situaciones relacionadas con la vida cotidiana y las peripecias de la gente corriente.

Sus personajes son el viejo avaro, el marido celoso, el padre severo, los jóvenes enamorados, las meretrices codiciosas, junto a otras de buen corazón, doncellas desvalidas, soldados fanfarrones, esclavos astutos que forman en las comedias de Plauto un amplio friso de ‘tipos’ dramático-literarios que, influyen el teatro, la poesía o la novela de los siglos posteriores hasta llegar a nuestros días. Si ustedes asisten a la representación a la que están invitados, verán que los recursos humorísticos de la Antigüedad apenas han cambiado hasta la actualidad.

En nuestra obra la acción dramática gira en torno a dos realidades omnipresentes hasta nuestros días: amor y dinero. Guapidoro, el joven enamorado, no puede hacer lo que quiere porque no tiene dinero; y no tiene dinero porque es joven: en la comedia, como en la vida, el dinero está en general reservado a la gente mayor; aunque no todos los mayores tienen dinero; no lo tienen, por ejemplo, los Esclavos del mundo romano o cada vez menos, los trabajadores de la actualidad

Como decía, Guapidoro es joven y no maneja suficiente dinero, sin embargo tiene buenos amigos: en primer lugar a su esclavo Pséudolo, que tampoco tiene un duro pero que tiene astucia, valentía y lealtad para con su joven amo; también está su amigo Carilindo, que le ayudará con lo que tiene. En el desarrollo de la comedia se verá cómo la astucia, la amistad y la valentía, todas ellas en clave cómica, aliadas con la Fortuna, esto es, la buena suerte, la oportunidad, romperán el dilema y resolverán el conflicto entre amor y dinero, llevando el desenlace hacia un final feliz.

Es destacar que la mayoría de los personajes tienen ‘nombres parlantes’ que nos informan del ‘tipo’ de personaje que los lleva, o aluden a alguna cualidad relevante del mismo, por ejemplo, el mismo Pséudolo que viene del griego “Pseudes”, que pasa al latín en forma del sufijo “Pseudus” que significa falso, el mismo término que se utiliza en Pseudo-ciencia, por ejemplo, y el sufijo diminitivo latino –ulus, como en castellano –ito o –illo. Por tanto, La traducción sería  “mentirosillo” o mejor, “el mentirosillo”, o el joven enamorado, Calidorus, latinización del correspondiente griego que significa “regalo de belleza”, en el sentido de “el que está adornado con la belleza”, que ha sido traducido  por Guapidoro en un intento de conservar la resonancia griega con un punto de comicidad. U otro personaje que se llama Callipho que significa, “el que habla bien” y es traducido por “Picodeoro”.

Ha contribuido al éxito en la demanda de esta obra el hecho de que sea de lectura obligatoria para la Prueba de PAU en Latín.

La obra de la Literatura Griega, la “Orestíada” es una elaboración a partir del mito de Orestes, especialmente de la versión del trágico Esquilo, pero también de Sófocles y Eurípides.

La “Orestíada” de Esquilo ya recibió el primer premio en las competiciones de la Grecia clásica en el siglo V a.C. Su argumento es conocido: Agamenón, rey de Micenas parte a la Guerra de Troya. En el camino, decide ofrecer en sacrificio a su hija Ifigenia para que los dioses otorgaran vientos favorables a sus naves y llegar a Troya. Durante los diez años que dura la guerra, Clitemnestra, esposa de Agamenón, mantiene una relación extramatrimonial con Egisto. Como ven, las cosas no son tan diferentes a la actualidad, A la vuelta de la guerra, Agamenón llega a palacio y es asesinado en el baño por Clitemnestra y Egisto. De ese modo, Agamenón paga el haber matado a su hija y, además, el asesinato cometido por el padre de Agamenón, Atreo, sobre sus sobrinos, pero eso es otra historia. El hijo de Clitemnestra, Orestes que da nombre al mito, mata a su propia madre y a su amante, Egisto. Luego es perseguido por la Erinias, especie de representaciones del remordimiento, hasta que el tribunal, el Areópago, lo absuelve.

En el fondo, esta obra plantea una serie de mensajes ocultos: en primer lugar, la evolución de la primitiva Ley del Talión y su famoso ojo por ojo, diente por diente al triunfo del orden instaurado por la Justicia y los sistemas judiciales de las nuevas polis y con ello, de Occidente. Se plantea aquí una de las bases del desarrollo occidental. En segundo lugar, Esquilo asienta las bases de la culpa hereditaria. Si el que mata, no es castigado con el mismo peso, el castigo recaerá en sus descendientes, que volverán a matar o serán asesinados y, por tanto, volverán a clamar venganza. Esta rueda sólo es capaz de detenerla la acción divina, que encabeza y vigila el sistema judicial propuesto por Esquilo. Por último, pese a que Orestes está determinado por el pasado en su proceder, actúa libremente y por eso duda, lo cual sirve de material para la acción dramática.
La obra de Literatura Española será, La vida es sueño de Calderón de la Barca con un montaje muy original, pues un solo actor representa, con recursos imaginativos, toda la obra.  De esta obra no comentaré nada por ser más conocida.

Como ven, con este Festival se pretende acercar el alumnado canario a la Gran Literatura y al Teatro con mayúsculas.
La organización del Festival  ha acometido la realización de este ya III Festival en medio de una crisis económica global de la que se pueden extraer algunos aprendizajes.

Uno de ellos es que, pese a que lamentablemente el colectivo de personas que se dedican a la política no gozan precisamente de buena prensa en estos aciagos momentos, sin embargo, tenemos en La Laguna a políticos que contradicen esa opinión,  al tomar la sabia decisión de facilitar a nuestros jóvenes recursos culturales de calidad como este, contrastados con más de 28 años de experiencia y avalados por un éxito constante, en la inteligente idea de que de la crisis se sale más fácilmente con cultura y educación.

Quiero agradecérselo a
1.    La Concejalía de Educación y Servicios del Excmo. Ayuntamiento de La Laguna, con Domingo Galván Delgado al frente, quien pese a estar muy ocupado, nos ha apoyado en las tres ediciones y en otras actividades.
2.    La Concejalía de Cultura del Excmo. Ayto. de La Laguna, bien llevada por Mª José Castañeda con la que esperamos continuar colaborando.
3.    El Vicerrectorado de Relaciones Universidad y Sociedad de la Universidad de La Laguna, también gestionado con eficacia por Nélida Rancel, así como al Vicerrectorado de Servicios Universitarios.
4.    El Departamento de Filología Clásica y Árabe de la Universidad de La Laguna, con la aportación de su directora, doña María José Martínez Benavides y la del Catedrático de Filología Griega, Luis Miguel Pino Campos.
5.    El departamento de Filología Española y Clásica de la Universidad de Las Palmas y en especial, el profesor de Filología Griega, Germán Santana.
6.    A cada uno de los profesores de aula, por su interés y auténticos artífices este evento. Queremos recalcar este agradecimiento por las dificultades crecientes para organizar actividades fuera del aula.
7.    Y por supuesto a Uds. por ayudarnos a difundirlo y que invitamos sinceramente a asistir.

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‘Immortals’, mitología griega número 1 de taquilla en Navidad

Fuente: 20minutos.es

Las aventuras fantásticas inspiradas en la mitología clásica griega seducen al público español y hacen que Immortals, dirigida por Tarsem Singh, haya sido la más taquillera en nuestras salas el fin de semana navideño, del 23 al 25 de diciembre. Según datos aún provisionales de Rentrak Spain, habría recaudado 1,47 millones de euros durante sus 3 primeros días.

Significa también que Misión: Imposible. Protocolo fantasma, protagonizada por Tom Cruise, y pese a las buenas críticas también recogidas, baje a la segunda posición y además con un importante descenso de sus ingresos respecto a la pasada semana, con 840.000 euros amasados, y unos 3,5 millones desde su estreno, hace 10 días.

La película de espionaje ‘El topo’ sorprende al debutar como la quinta más taquillera Un debut con menos fuerza que el film de Tarsem Singh ha sido el largometraje de historias románticas y sentimentales Noche de fin de año, que contaba con el gancho de un reparto lleno de estrellas, como Sarah Jessica Parker, Halle Berry, Jessica Biel, Robert De Niro, Ashton Kutcher o Zac Effron, entre otros. Para la película dirigida por Garry Marshall han ido a parar 550.000 euros, y las perspectivas respecto a que vaya mejorando sus cifras no son mejores.

En su segunda semana, Alvin y las ardillas 3 se ha posicionado en cuarta posición con 480.000 euros y acumula unos 1,8 desde su llegada a la cartelera. Y la gran sorpresa entre las más vistas es el largometraje de espionaje El topo – la nueva película del sueco Tomas Alfredson, director de Déjame entrar -, protagonizada por Gary Oldman, Colin Firth y el veterano John Hurt, basándose en una novela de John Le Carré.

Aunque se proyectaba en 135 salas – en comparación con las 540 de Immortals, las 530 de El rey León 3D o las 227 de No tengas miedo a la oscuridad -, ha conseguido situarse como la quinta más vista con 350.000 euros.

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«A veces me arrepiento de escribir pero no pierdo la ilusión»

Fuente: farodevigo.es

«La literatura es sin lugar a dudas un sacrificio porque se lee poco y poesía creo que se lee todavía menos»

Un ensayo, cinco poemarios y un primer libro de relatos al que se suma ahora «Historias de dioses y hombres». El ex comisario jefe de Policía de Pontevedra compatibiliza desde la década de los ochenta su labor como policía con la literatura y la investigación, una carrera que ayer dio un nuevo paso con la presentación de su última obra, centrada en los mitos y leyendas de la antigua Grecia.

– En 1999 publicó su primer poemario ¿todavía no se ha arrepentido de dedicarse a la literatura?

– Bueno (sonríe) a veces me arrepiento de escribir pero no pierdo la ilusión, la literatura es sin lugar a dudas un sacrificio porque yo creo que hoy en día se lee poco y poesía creo que se lee todavía menos que poco, de hecho en parte eso ha motivado este nuevo giro hacia la prosa, para ver si en este campo tengo un poco más de vida.

– ¿Qué aborda en los relatos de «Historias de dioses y hombres»?

– Son doce relatos que tienen un denominador común que es la mitología griega. Y sobre esa base y ese inmenso campo inmenso de la mitología griega he ido hilvanando algunas historias, algunas pequeñas, otras un poco más extensas, también creando personajes ficticios que tienen relación con esos dioses del panteón griego.

– ¿Necesitamos recuperar el espíritu de los héroes clásicos, la inspiración de un Ulises que solo quiere volver a casa?

– Exactamente, creo que es así. La mitología griega, el santo grial, las leyendas o realidades también de la historia de los templarios, la Atlántida, son leyendas o, insisto, a veces realidades que contribuyen a darle a la vida un encanto especial y que para mi resultaría difícil vivir sin él.

– Durante 40 años ha sido policía y se jubiló hace menos de una década ¿se ve muy cambiado su oficio desde la distancia?

– Son tiempos distintos, yo conocí una etapa distinta de la actual aunque efectivamente tampoco hace mucho que me marché, que fue hace casi 8 años, pero indudablemente los tiempos evolucionan y las profesiones tienden a cambiar, no digo que ahora la situación sea mejor o peor, sino distinta.

– Además de poeta y narrador es autor de un ensayo sobre la prostitución que todavía continúa estudiándose ¿le da pena ver el auge de este fenómeno en Italia y España?

– Me da pena, en parte lo explico porque la situación económica motiva la presencia de numerosas prostitutas, de cientos de miles en realidad en países europeos, acuciadas por la necesidad. En mi libro del año 1980 este fenómeno del que me habla casi no se contemplaba, aunque es un libro que en parte continúa vigente y que me siguen pidiendo para tesis doctorales e investigaciones reconozco que desde esa fecha hasta la actualidad el fenómeno ha cambiado muchísimo, entonces las mafias eran mucho menores, la droga estaba en sus inicios y hoy todo eso ha eclosionado y adquirido un auge extraordinario.

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Las joyas vuelven a Roma

Fuente: abc.es

Los mármoles de esta colosal colección viajan de París a Italia doscientos años después de ser «comprados» por Napoleón

No es una muestra, sino una «restitución», una vuelta a casa durante cuatro meses. Son 65 piezas entre las 695 obras maestras más importantes de arte antiguo que pertenecieron a la colección Borghese y que hoy son el núcleo central del sector grecorromano del Louvre. Fueron vendidas en 1807 por Camilo Borghese, marido de Paolina Bonaparte, a su cuñado Napoleón, quien tras sus grandes conquistas militares pretendió con esta compra legitimar ante los ojos del mundo, con símbolos de belleza y de cultura, su poder imperial. Con ese objetivo de autocelebración, Napoleón quiso dotar a la capital de su imperio con el museo público más importante en las artes universales, el Louvre, que entre 1803 y 1815 se llamó Museo Napoleón.

Las obras fueron vendidas por 13 millones de francos, una cantidad muy importante en la época, que no pudo rechazar el príncipe Camilo Borghese. Napoleón encargó al famoso anticuario Visconti hacer la valoración de la colección. Napoleón solo quería obras clásicas antiguas. Eso permitió que Italia no perdiera obras maestras de Bernini, por ejemplo, y otros autores con valor incalculable. Ahora, al ver esta extraordinaria exposición de gran valor histórico, además de bellísima, viene a la mente la invectiva que le lanzó Antonio Canova a Napoleón en París en 1810: «Una vergüenza que no se cancelará jamás» para la familia propietaria de la colección. Se narra que la definición de Canova obtuvo una risa malvada del emperador. Italia sufrió una herida en su patrimonio artístico, una herida no cancelada. Aquella cifra colosal no fue nunca pagada. Camilo Borghese recibió solamente cuatro millones y se vio obligado a realizar nuevas compras para compensar a su colección tras la desgraciada venta.

La colección Borghese es única y sin precedentes en el mundo. Fue el cardenal Sciopione, sobrino del papa Paolo V, el que a comienzos de 1600 dio inicio a una colección sin precedentes que llegó a contar con 2.200 piezas, con mármoles y estatuas antiguas, obras maestras del Renacimiento y artistas geniales como Bernini y Caravaggio, una colección que se formó mediante compras de piezas únicas o colecciones completas de aristócratas, hombres de la cultura y artistas. En el complejo arquitectónico de la Villa Borghese, considerada «la más bella del mundo», las estatuas y relieves decoraban las fachadas y los interiores y diseñaban los jardines, una impresionante colección definida por Bernini como «un bosque de estatuas».

La bellísima exposición de la Galería Borghese es el fruto de tres años de intensa colaboración entre el Museo romano y el Louvre, que ha permitido privarse de muy célebres obras maestras del arte clásico. De «una empresa de locura» ha hablado la directora de la Galería, Anna Coliva, porque se han tenido que afrontar muchos obstáculos para mover estatuas, algunas de tres metros, lo que se ha conseguido con pericia y técnicas seculares.

En la colección Borghese, las mejores obras maestras se situaban en el centro de cada sala. Ahora, las piezas del Louvre se han situado en la misma posición que ocuparon un tiempo. Así, se puede admirar el monumental Vaso Borghese al ingreso de la Galería, un bello palacio rodeado de jardines que mandó construir en 1613 el cardenal Scipione para acoger su imponente colección de obras de pintura y esculturas. Igualmente han vuelto a sus mismas salas las Tres Gracias, que «dialogan» con la Madonna del Boticelli y con las mujeres de Raffael.

Entre otras obras maestras figuran el Centauro y el Moro, muy apreciada por el cardenal Scipione. Realizada con mármol negro y alabastro oriental, estaba considerada una pieza única por la gran habilidad en el trabajo de los mármoles polícromos, durísimos. También hay una sala «hard», donde estaba escondida «por decencia» una célebre estatua de «Hermafrodita Stante» que se elevaba las ropas y mostraba un pene erecto; a su lado se ha colocado el famoso «Hermafrodita que duerme».

Italia, herida

El patrimonio arqueológico de la colección Borghese, hoy gloria clásica del Louvre, constituye una de las más «sensacionales ventas de obras de arte jamás realizada». Entre el final de 1807 y 1808, las esculturas de Villa Borghese fueron trasladadas a París. Su pérdida tuvo un impacto fortísimo en la conciencia nacional; sobre todo fue traumática para el mundo de la cultura. El Cardenal Casoni echó mano incluso de la legislación pontificia para que la colección no cayera en manos napoleónicas. Pero su intento no tuvo ningún éxito. Aquella herida, aún no cerrada, suscitó un debate cultural y político, que obligó a Antonio Canova a movilizarse para que la legislación de tutela del patrimonio artístico fuera coherente con sus ideas de italianación.
Napoleón no pagó
Napoleón prometió pagar 13 millones por las 695 obras maestras de arte antiguo que se llevó a París. Era una cifra considerada colosal. Al final solo pagó 4. En cualquier caso, son obras de un valor incalculable.
Francia no ha podido negarse ahora a este préstamo para una exposición organizada con motivo de la celebración de los 150 años de la Unidad de Italia. Incluso el Louvre ha prestado por primera vez «Séneca moribundo». Estará abierta hasta el 9 de abril de 2012.

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«El mito es un intento de explicar el mundo a través de emociones universales»

Fuente: laverdad.es

Prometeo, gran figura de la mitología clásica que ha trascendido hasta nuestros días, fue protagonista en la tarde de ayer dentro del ciclo de religión organizado por la Asociación de Alumnos de la Universidad de la Experiencia de Albacete, que se viene desarrollando en el salón de actos del centro cultural CCM. María González, profesora de griego de la Universidad de Castilla-La Mancha en Albacete, fue la encargada de dar voz a este personaje y de transmitir su importancia y su evolución.
-¿Qué desvela en su conferencia sobre esta destacada figura?
– Trato cómo se construye el personaje de Prometeo a través de la literatura griega; cómo va viajando a través del tiempo, evolucionando su significado hasta nuestros días.
-¿Qué importancia tiene este personaje dentro de la cultura griega?
– Dentro de la cultura griega y dentro de la cultura moderna, Prometeo es el titán que roba el fuego de los dioses para entregárselo a los hombres, y el fuego es la herramienta de civilización que implica el progreso, la ciencia, la creatividad… De tal modo que él es el dios de la civilización por ser titán de la civilización por excelencia. Hoy día se sigue recurriendo a la figura de Prometeo, por ejemplo, en el terreno de la medicina; también está presente en la literatura romántica como creador. Sigue presente en varios campos del conocimiento, el arte y la ciencia.
-¿Qué le llevó a decantarse por esta figura, porqué no otra de la cultura clásica?
– Me resulta una figura especialmente simpática porque se caracteriza por su filantropía, por el amor a la humanidad. Él es un dios, sin embargo se enfrenta a los propios dioses, a sus congéneres, para favorecer al ser humano. Le roba el fuego a los demás dioses en un acto de rebeldía sin precedentes. Es especialmente interesante porque tiene caracteres de Cristo, el titán que sufre y ama a los hombres. Y, por otra parte, tiene mucho de Lucifer, el ángel caído, de Satán. Es una figura que los primeros cristianos equipararon a Cristo pero, al mismo tiempo, supieron ver que hay un lado oscuro en el personaje, que es ambivalente y puede ser Cristo y Satán al mismo tiempo.
-¿Qué importancia tiene el mito dentro de la cultura clásica en general?
– Al fin y al cabo se trata de un lenguaje que el hombre crea para explicar el mundo. Como occidentales que somos, nuestro mundo de referencia en lo que al mito se refiere es Grecia. Todo el mundo sabe o ha oído hablar de la caja de Pandora, de Zeus… Hay referentes culturales en nuestra vida cotidiana que hemos heredado de Grecia. El mito es una forma de explicar el mundo y, de alguna manera también representa conceptos, emociones y sentimientos universales que nos permiten reconocernos con otras personas que vivieron antes que nosotros y experimentaron las mismas sensaciones de angustia, miedo, alegría… Son símbolos que siguen vigentes pero experimentados a la luz de nuestras condiciones históricas.
-¿De ahí también toda esa importancia dentro de la religión?
– Sí, absolutamente. Los mitos son los elementos narrativos dentro de las religiones, luego iluminados por la fe, dentro de que se crea en ellos. Es muy interesante la gran cantidad de elementos comunes que hay dentro de todas las mitologías; por ejemplo, la presencia de Pandora, la primera mujer que Zeus envía como castigo a los hombres. Y la historia de Pandora es la de Eva, la mujer creada auxiliar y secundariamente como castigo para el hombre. Los distintos lenguajes mitológicos coinciden en temas básicos que nos sirven para entender la realidad histórica.
-¿Cuál es la idea esencia que se llevaron a casa quienes asistieron a esta conferencia?
– Es un tema muy interesante aquel de los límites que debemos imponer a la creación humana y hasta qué punto el fuego de la civilización puede ser creativo o puede ser destructiva. O, lo que es lo mismo, hasta qué medida el hombre puede seguir creando o debe ajustar sus actividades creativas a las normas de la ética. Sobre todo, cabe ser destacada esa imagen de filantropía, de amor al ser humano gratuito. En definitiva, se trata de reflexionar un poco sobre los valores que encarna esta figura mitológica, tanto positivos como negativos.

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La Guerra de Troya, en versión Playmobil

Fuente: abc.es

El Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao acoge la exposición «Troia», que recrea cuatro escenas de la mítica batalla con «clicks» de la conocida marca de juguetes

El Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao acoge desde hoy y hasta el próximo 8 de enero la exposición «Troia», compuesta por cuatro montajes en los que las figuritas de Playmobil (‘clicks’) recrean otras tantas escenas de la Guerra de Troya.

La coordinadora del museo, Sorkunde Aiarza, y el autor de los dioramas, Luis Fernández, han ofrecido hoy una rueda de prensa para presentar la muestra, que está relacionada con la exposición sobre el arte griego que acoge estos días el centro de arte bilbaíno.

«El juicio de Paris», «El rapto de Helena», «El duelo entre Héctor y Aquiles» y «La destrucción de Troya» son los cuatro pasajes del ciclo troyano representados por «miles de piezas» de Playmobil y unos dos centenares de figuritas, según ha explicado Fernández.

Para este apasionado de los ‘clicks’, que ha invertido cinco meses en la realización de las escenas, la principal dificultad ha radicado en adaptar los muñecos romanos y egipcios de Playmobil a la Grecia antigua, ya que esta firma juguetera no fabrica figuras griegas.

Para solucionarlo, Fernández ha optado en muchos casos por empezar la caracterización desde ‘clicks’ en bañador para posteriormente «vestirlos» al estilo griego o bien por «borrar» las ropas que llevaban puestas para sustituirlas por vestimentas más adecuadas. También ha sido necesario reformar las ventanas y puertas de los edificios y murallas para eliminar los arcos, impropios de la arquitectura griega.

Además, se han introducido algunos elementos de empresas jugueteras diferentes a Playmobil, como es el caso del barco en el que trasladan a Helena tras su secuestro y del mismísimo Caballo de Troya, en cuyo interior se escondieron los griegos para poder entrar a la ciudad y arrasarla.

A ello se suman algunos elementos aportados por el propio autor, como las velas de las embarcaciones o el fuego del templo de Troya, realizado con algodón pintado con aerosoles.

La coordinadora del museo ha considerado que «Troia» es una «opción interesante para el ocio familiar porque permite a los más pequeños aprender mitología acompañados de sus padres» y ha añadido que esta muestra viene acompañada de diversos talleres dirigidos a niños de entre 8 y 12 años, así como un espectáculo para menores de 3 años.

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Delfos: el secreto de la Antigüedad

Fuente: clarin.com

Por su monumental acervo de la era clásica y los deliciosos valles de olivos del monte Parnaso, este sitio arqueológico constituye una parada obligada de quienes visitan Grecia. Aquí, un recorrido que incluye museos, sabores típicos del Mediterráneo y las apacibles playas del Golfo de Corinto.

Existen miles de formas de conocer Grecia, tantas quizá como viajeros se aventuren en sus tierras. Pero todas esas formas pueden reducirse a tres grupos. El primero está formado por los que quieren disfrutar del ancho mar, de sus colores y sabores incomparables, en el formato pequeño y acogedor –pero provisto del confort europeo– que ofrecen las islas griegas. Estos turistas elegirán, probablemente, las Cícladas o una aldea de pescadores al norte del Egeo.

Un segundo grupo lo componen quienes quieren recorrer los caminos insondables de la sabiduría antigua: ellos se concentrarán en Atenas, centro neurálgico y logístico del circuito arqueológico, con la promesa de palpar los rastros del pasado. Volverán a casa muy satisfechos, con los pies felizmente cansados, tras haber caminado por la Acrópolis, por los museos extraordinarios del Atica y del Peloponeso, y por los teatros milenarios de la Hélade. En el tercer grupo están los inconformistas de siempre. Los que no quieren perderse ni los tesoros sapienciales de la cuna de Occidente ni el placer –no menos estimulante– de la playa y del mar, ni el confort. La mejor opción para este último grupo es conocer Grecia haciendo pie en Delfos.

La ciudad, que se alza en la ladera del monte Parnaso, a 177 kilómetros al norte de Atenas y a unos 10 kilómetros del Golfo de Corinto, es de dimensiones mínimas (de hecho, más allá de las simpáticas tiendas de souvenirs, si se busca hacer compras más sofisticadas, conviene acercarse a la vecina y coqueta Arachova, a 12 kilómetros de allí). El tamaño pequeño, por un lado, intensifica la grata sensación de intemporalidad que habita a Delfos; por otro lado, contrasta con la inmensa fama y la autoridad que tuvo en el pasado. Al caminar por sus callecitas apacibles, en las que casi podría escucharse el sonido de las flores de Santa Rita que caen a la vereda, uno no puede menos que sorprenderse de que antiguamente esta ciudad fuera considerada “el ombligo del mundo”.

Epicentro espiritual

Delfos fue el centro religioso de Grecia desde tiempos arcaicos: se sabe que ya era sitio de culto en el siglo VIII aC. Fue centro cultural y social, y un sitio de poderosa influencia política y económica, un enclave por cuyo dominio los diversos estados griegos disputaron cuatro “guerras sagradas”, entre los siglos V y IV aC.

A su célebre oráculo llegaban las consultas de los reyes que planeaban expediciones militares y guerras de conquista. No sólo los griegos: Heródoto cuenta que el rey lido Creso envió su consulta antes de enfrentarse a los persas, pero no comprendió las enigmáticas palabras oraculares y fue derrotado por Ciro. En ese entonces, el oráculo también respondía las preguntas de los hombres comunes y corrientes (las mujeres no podían ingresar en el espacio reservado al culto). Y el santuario –esto fue crucial para Delfos– atesoraba las preciosas ofrendas que reyes, ciudades enteras y ricas familias prodigaban a Apolo. Los restos de esos magníficos tesoros conforman hoy, junto con los de Atenas y Creta, una de las zonas arqueológicas más fabulosas de toda Grecia.

El origen de Delfos se pierde en la huella remota del relato mitológico: se dice que Zeus había echado a volar dos águilas y señaló como ombligo del mundo al sitio en el que ambas se cruzaron. Ese ombligo está representado en una gigantesca escultura de tiempos arcaicos, en el Museo de la ciudad. Al comienzo de su tragedia

Euménides, Esquilo da por seguro que la primera diosa honrada en Delfos fue Gea (o Gaia), la Tierra; que de sus manos el templo pasó luego a las de Temis, y de éstas, a las de Febo-Apolo, quien se adueñó del lugar matando a su guardiana, la serpiente Pitón. Según otra versión, fue un pastor el que descubrió los poderes mánticos del terreno, al ver el estado de excitación que alcanzaban allí sus cabras cuando pastaban en la zona.
Hoy, apenas uno se aleja un poco del centro de la ciudad, se ve que las cabras siguen pastando por Delfos, y a la siesta, si se callan un poco las cigarras, se escucha el caprichoso tintinear de sus cencerros. En cambio, los restos del trípode en el que se sentaba la pitonisa –la joven que recibía la profecía divina del oráculo y la repetía, en trance, para que el sacerdote interpretara sus extrañas palabras– se exhiben en el modernísimo Museo edificado al pie del sitio arqueológico de Delfos.

Conócete a ti mismo

El museo y el sitio arqueológico forman un solo conjunto que se halla a dos kilómetros del centro de la ciudad. El paisaje circundante amerita el esfuerzo de llegar caminando. Los siglos no han pasado en vano, claro, pero la ruta, que recorre la pendiente del barranco que separa al monte Parnaso del monte Kirphi, permite al turista figurarse la visión que tendrían los peregrinos que llegaban al oráculo de Delfos desde toda Grecia. Se dirigían primero hasta la Fuente de Castalia (donde se debían lavar, para purificarse), y luego al tholos (cúpula) de Atena Pronaia, o al templo de Apolo.

A pasos de éste se alza el antiguo teatro donde se celebraba a Dionisos, y que junto con el estadio –en la cima de la zona arqueológica– constituían la sede de los Juegos Píticos, paralelos en importancia a las famosas competencias que se realizaban en Olimpia.

Si uno viaja en el verano boreal, conviene llegar al sitio arqueológico temprano –las puertas abren a las 8– y recorrer primero los antiguos santuarios (en subida). Y luego, a medida que el sol se levanta y, con él, la temperatura, conviene descender y recorrer, al amparo del aire acondicionado, las maravillas que ofrece el Museo. Aquí se conservan las piezas originales –en el sitio arqueológico los monumentos están parcialmente reconstruidos con los materiales genuinos– de las ofrendas votivas que cada ciudad llevaba a Apolo. Aún hay partes del Tesoro de Atenas y del de Sifnis, tal como los retrató el geógrafo Pausanias (siglo II dC.) en su Descripción de Grecia.

En décadas pasadas se ponía en duda la información de la Descripción, pero Rosina Kolonia –erudita arqueóloga, ex directora del Museo, de aspecto juvenil y reservado– afirma que los estudios hechos tras las últimas excavaciones le dan la razón a Pausanias. Sentada en el bar del Museo, con un jugo de naranja helado, recién exprimido, dice Kolonia: “Pau-sanias sigue siendo la primera y más preciosa guía para conocer los monumentos délficos”.

La enigmática E de Delfos

Increíbles piezas escultóricas de tiempos arcaicos, clásicos y helenísticos componen el patrimonio del Museo: la escultura de la esfinge con la que se topó Edipo, las estatuas de los jóvenes Cléobis y Bitón a quienes Solón admiraba, el auriga broncíneo, que compite en belleza con el fascinante busto del legendario Adriano, que fue sacerdote del templo allá por el siglo II dC. Hay otras obras menos conocidas y no menos fantásticas, como el perfil del filósofo –o del melancólico, según otra tradición–, o la inscripción en piedra con que la antigua Delfos homenajeó a Plutarco de Queronea.

Escritor prolífico, filósofo y sacerdote-intérprete del oráculo hacia fines del siglo I dC., Plutarco dedicó una preciosa serie de tratados a Delfos: La sacerdotisa pitia del oráculo, La caducidad de los oráculos y La E de Delfos. Este último es especialmente curioso. Como se sabe –y Platón nos lo recuerda en uno de sus diálogos juveniles– tres inscripciones recibían antiguamente a los visitantes del santuario délfico: gnothi seautón, es decir “conócete a ti mismo”; medén ágan, o sea “nada en exceso”, y engya pára d’ate, que se tradujo como “el que se fía, se arruina”. Plutarco, que conoció el oráculo varios siglos después de la muerte de Platón, dice que había una cuarta inscripción: una visible E (la letra griega épsilon), para la cual Plutarco propone varios significados. Un significado matemático y numerológico, otro en clave retórica (todo visitante va a preguntar al dios “si esto”, “si aquello” y la épsilon es ese “si…”) y una interpretación teológica.

Así como el dios Apolo, cuando ingresamos en su casa, se dirige a nosotros con un “conócete a ti mismo”, la E –explica Plutarco– indica la respuesta que nosotros hemos de darle a El. La E quiere decir “Tú Eres”; una fórmula análoga al “Yo Soy el que Soy” (Yahvé) de la tradición judeocristiana. Una fórmula que manifiesta la plenitud absoluta de la divinidad. La letra E de Delfos, dice Plutarco, “es un llamado, un grito de temor y admiración surgido en el culto a dios y para toda la eternidad. Le recuerda al hombre su propia naturaleza mortal y su debilidad”.

¿Nada en exceso?

También es cierto que nadie ha cruzado el océano en plan de vacaciones, incluso queriendo saciar una sed de antigua cultura, sólo para constatar la esencial diferencia entre lo divino y lo mortal. Ni precisamos recurrir a Plutarco para recordar nuestra humana condición: ella se nos vuelve patente muy seguido, particularmente a la hora del almuerzo y la cena. Delfos, el centro, también tiene remedio para estas inquietudes.

Una serie de pequeños restaurantes y tabernas, situados en terrazas con vista al Golfo de Itea, con muy buena comida, indefectiblemente casera, espera al visitante tras la recorrida arqueológica. La típica mousaka (ver La buena mesa), mezcla tremendamente griega de lasaña y pastel de papas; brochettes de carne de cabra y esas ensaladas de infinitas variaciones que suelen incluir aceitunas negras (si no las incluyen, hay que reclamarlas: no existen mejores aceitunas que éstas, silvestres, recogidas de los olivares que pueblan todo el camino que lleva desde la ciudad a la playa).

Y por qué no, después del almuerzo, un merecido descanso cerca del mar. Llegar hasta la vecina y módica localidad de Itea lleva sólo 15 minutos en auto, y 25 en el transporte público (cuesta poco más de un euro el boleto de ida, que se puede sacar arriba del bus). Si uno va a Itea en bus, éste se detendrá justo donde termina el muelle en el que se estacionan los veleros y donde comienza la rambla, con su hilera colorida de bares pegados a la playa. Al final de la rambla, siguiendo el rodeo que dan las aguas del golfo, se llega a la zona más placentera para las zambullidas.

Estas son playas sin arena: en el suelo hay zonas de piedritas, llenas de erizos (¡prohibido aventurarse sin ojotas!), y zonas de fresco césped. A continuación de Itea se encuentran las playas de Crisa (Kirra, en griego). Antiguo puerto de Delfos, Crisa cobraba tributo a los visitantes del oráculo. Se dice que por esto sus habitantes fueron diezmados durante las antiguas “guerras sagradas”.

Poco más allá (25 kilómetros al sudoeste de Delfos) está Galaxidi, edificada sobre la antigua Chaleion, una playa más coqueta, con un mar más azul, quizás parecido al que muestran las fotos de la Grecia insular. Su pasado reciente, de puerto próspero durante el siglo XIX, se nota en la arquitectura, en las confiterías –un poco más caras– y en general en su apariencia más sofisticada.

Desde la playa se puede iniciar también un recorrido por las reliquias de otros tiempos: por ejemplo aventurarse hasta Naupactus, unos 20 kilómetros más allá, donde tuvo lugar la célebre batalla de Lepanto, en el siglo XVI. La ciudad guarda incluso una estatua a Miguel de Cervantes, quien perdió allí parte de su brazo, peleando contra los otomanos.

El último bus parte de la playa de Itea de regreso a Delfos alrededor de las 22 (veinte minutos antes sale de Galaxidi). Claro que si el tiempo es bueno, también se puede cenar pescado fresquísimo en uno de estos bares marítimos, con sonido ambiente de guitarras y canciones en la voz de algún posadero. El regreso en taxi de Itea a Delfos cuesta unos 25 euros. Conviene, sin embargo, prestar atención al día elegido para quedarse a pasar la cena en la playa: la vida nocturna de Delfos, por lo general silenciosa, suele sorprender al turista con inesperados programas fuera de serie.

Uno puede coincidir con una procesión que va hacia alguna de las dos iglesias ortodoxas, de época bizantina, que rodean la bella plaza, en la cima de la ciudad. O con un concierto de piano en el magnífico Centro Cultural Europeo de Delfos (ECCD), auténtico motor de las actividades artísticas que se dan por fuera del espacio arqueológico. También podría ser ocasión de un concierto del hydraulis, arcaico instrumento parecido a un órgano, que fue reconstruido en el ECCD en 1999, siguiendo los testimonios antiguos de Vitruvio y del inventor Heron de Alejandría.

Otro atractivo de las noches délficas está dado por las representaciones organizadas por el mismo Centro, que construyó un flamante teatro al aire libre, siguiendo el estilo de los antiguos, pero con tecnología actual. El sitio convoca a elencos griegos e internacionales: el Shizuoka Performing Arts Centre de Japón, el National Theatre Studio de Gran Bretaña, el grupo del norteamericano Bob Wilson. ¿El repertorio? Sófocles, Esquilo, Eurípides, Aristófanes. Son muy pocos los escenarios del mundo capaces de competir con éste, que mira nada menos que al oráculo más famoso de la Antigüedad.

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Una temporada en el Olimpo: Se publican importantes libros sobre la mitología del mundo clásico

Fuente: periodistas-es.org

La cultura occidental en todas sus expresiones es fuertemente deudora del legado clásico de Grecia y Roma, y particularmente de su mitología. El arte y la literatura, la poesía y la escultura, la arquitectura y la música, la sicología, el cine y las nuevas expresiones, basan en los mitos griegos una parte importante de sus contenidos, interpretados, recreados, utilizados unas veces, manipulados otras, o simplemente rescatados. Todos los grandes movimientos artísticos, del Renacimiento al Surrealismo, del Neoclasicismo a la Abstracción, han bebido de las fuentes de la inagotable riqueza de la mitología grecorromana. Una serie de libros publicados recientemente ofrece la posibilidad de revisar los mitos clásicos más conocidos, así como descubrir los episodios más oscuros o ignorados de una narrativa apasionante.

Una de esas recientes publicaciones es El gran libro de la mitología griega (La Esfera de los libros), uno de los más completos estudios conocidos hasta ahora. Siguiendo el Manual de mitología griega, obra ya clásica de Herbert Jennings Rose publicada en 1928, Robin Hard amplía su contenido y añade nuevos descubrimientos derivados de hallazgos arqueológicos que, como el desciframiento de la escritura micénica, han aclarado y ampliado los conocimientos sobre la mitología griega. Por su parte, William Hansen en Los mitos clásicos (Crítica) prolonga el estudio de los dioses de la antigua Grecia en la mitología de la Roma clásica e interpreta sus cualidades y poderes así como sus relaciones con la sociedad grecorromana.

El big bang de dios

Alimentada por antiguos mitos indoeuropeos, germánicos, babilónicos, fenicios, egipcios y de otros territorios de Asia Menor, la mitología griega nació como consecuencia del interés de los griegos por los orígenes del mundo. Hesiodo, en Teogonía, la primera obra en la que se recoge el nacimiento y la evolución de los mitos griegos, dice que en el principio era el Caos, del que nacieron Gea (la Tierra), Tártaro (las Profundidades) y Eros (el Amor). Gea engendró a Urano (el Cielo), para cubrirse a sí misma; y, en su interior, el Mar y las Montañas. Su relación con Urano dio lugar a las primeras familias de dioses: Titanes, Cíclopes y Gigantes. Crono, el más joven de los Titanes, se rebeló contra su padre Urano y mutiló sus genitales, que arrojó al mar. Las tres manchas de sangre que gotearon sobre la tierra dieron lugar a tres progenies diferentes engendradas por Gea, y de la espuma marina que se formó en torno a ellos nació Afrodita: de ahí su esfera de influencia en las relaciones sexuales.

Temeroso de perder el poder a manos de sus hijos, Crono los devoró a todos. Únicamente se salvó Zeus, ocultado por su madre Rea, la diosa Cibeles. Después de obligar a Crono a vomitar a sus hermanos, Zeus se erigió en rey de los dioses y se instaló en el monte Olimpo, una cordillera situada al norte de Grecia.

Puesto que los mitos no son sólo una ficción sino un intento de dar sentido a las inquietudes de una generación, el mito de la guerra entre Olímpicos y Titanes refleja en términos históricos la lucha de creencias que había acarreado la supresión de la religión antigua entre los griegos, así como el rumbo futuro de la historia. Robin Hard narra minuciosamente las victorias de Zeus sobre las tres grandes rebeliones que amenazaron su reinado (la del monstruo Tifón, la de los Gigantes y la de los Alóadas), recogiendo las fuentes de Hesiodo, las narraciones de la Biblioteca mitológica de Apolodoro y los relatos iniciales más antiguos. Otra rebelión menor, la de Prometeo, provocó el nacimiento de Pandora, la primera mujer, un “hermoso mal” que Zeus concibió como castigo a los hombres por haber robado Prometeo el fuego a Zeus. La caja de Pandora contenía los males y enfermedades que se iban a padecer desde entonces. Su apertura supuso la mortalidad para los humanos, que la mujer compensa con la reproducción (adviértase el paralelismo con la tradición bíblica de Eva y el paraíso terrenal). Los humanos, con algunos de los cuales se relacionaron deidades diversas, habían sido modelados por Prometeo con tierra y agua a imagen y semejanza de los dioses.

Zeus engendró a todas las grandes deidades olímpicas y a otras menores. Sus relaciones sexuales con dioses, héroes y humanos es interminable, incontable su número de hijos. Los principales autores cifran en 12 el número de los principales dioses del Olimpo (Zeus, Hera, Poseidón, Demeter, Apolo, Artemis, Ares, Afrodita, Hermes, Atenea, Hefesto y Hestia) y en una miríada los dioses menores y seres fantásticos: Musas, Gracias, Horas, Ninfas, Sátiros, Silenos, Centauros, Quimeras, Gorgonas, Esfinges, Sirenas…

Heracles, Tebas y los argonautas

Además de los dioses mayores y menores, existían los héroes y los humanos. Entre los primeros, especialmente fascinante resulta el itinerario vital de Heracles, concebido por Zeus con la mortal Alcmena durante una noche cuya duración triplicó el rey de los dioses. Heracles recibió su fuerza física gracias a ser amamantado por Hera, esposa de Zeus, durante el sueño. Cuando despertó, esta lo rechazó con tal violencia, que las gotas derramadas de su seno provocaron la formación de la Vía Láctea. Robin Hard y William Hansen relatan extensamente los 12 trabajos que el héroe llevó a cabo para ganar la inmortalidad (que Zeus le transfirió del centauro Quirón), recogidos de las diversas fuentes que los han narrado.

Ambos utilizan asimismo fuentes diferentes para narrar la fundación de Tebas, consecuencia del rapto de Europa por Zeus y su búsqueda por los hijos de Agenor, así como el viaje de Jasón y los Argonautas para encontrar el Vellocino de oro. La ciudad de Tebas sería la sede de algunos de los episodios más fabulosos de la mitología griega, como las tragedias de Edipo y Antígona, que siguen produciendo textos escénicos y ensayos sobre los valores que representan.

La guerra de Troya

Mientras que la mitología se apoyaba en muchos de sus pasajes en acontecimientos de la historia, algunos de estos acontecimientos se transformaron asimismo en mitos: Alejandro Magno se dejó guiar por los de su época y más tarde sus hazañas se convirtieron en narraciones míticas. La Ilíada y la Odisea recogen algunos de los relatos más conocidos de la mitología griega, desarrollados durante la parte final de la guerra de Troya y el regreso de los héroes a sus patrias de origen. Robin Hard recopila en su libro los aspectos más diversos de este enfrentamiento, que rebasa los episodios recreados por Homero. Más allá del origen de la guerra entre griegos y troyanos, provocado por el rapto de Helena por Paris tras haber elegido a Afrodita como la más bella de las diosas, la guerra estaba ya decidida porque formaba parte de un plan divino desde que Gea (La Tierra) se quejara a Zeus del exceso de humanos que sobrecargaban su superficie. Ante la alternativa de reducir la población con plagas, diluvios y terremotos, los dioses impusieron la guerra como una vía de acción más sutil.

Los mitos en la antigua Roma

Los romanos adoptaron la mitología griega absolutamente, apropiándose de sus dioses, mitos y leyendas heroicas, como cuenta William Hansen en Los mitos clásicos. Aunque tenían sus propias deidades, no tuvieron reparo en identificarlas con aquellos dioses griegos a los que más se parecían: Zeus se convirtió en Júpiter, Hera en Juno, Poseidón en Neptuno, Afrodita en Venus, Hefesto en Vulcano, Ares en Marte, Dioniso en Baco… Heracles en Hércules.

Los orígenes de la mitología romana están, pues, en las narraciones griegas. Uno de los héroes de la guerra de Troya, Eneas, se trasladaría al Lacio, en un largo viaje canonizado por Virgilio en su Eneida. Él y sus acompañantes se mezclaron con la población local de latinos, y uno de sus descendientes, Rómulo, nacido de una relación del dios Marte con la sacerdotisa vestal Rea Silvia, fundaría la ciudad de Roma.

La gran cantidad de dioses, héroes, deidades menores, seres fantásticos, humanos involucrados en relatos mitológicos y elementos de la naturaleza que configuran las mitologías griega y romana hacen imprescindible un compendio que ayude a localizar e identificar con rapidez cada uno de ellos. El formato de diccionario se impuso desde el principio. El mismo Hesiodo utilizó un método similar en Los trabajos y los días, y Apolodoro lo adoptó en su Biblioteca mitológica. Las Fábulas de Higinio fueron el más importante manual utilizado en la antigüedad en forma de diccionario. Desde entonces son frecuentes ediciones de diccionarios de mitología, que se van ampliando y especializando a medida que se editan nuevas obras sobre el tema. El último de ellos, y posiblemente el más completo publicado hasta ahora, es el Diccionario de mitología griega y romana (Herder) de Christine Harrauer y Herbert Hunger, un volumen de casi 1.000 páginas que además prolonga muchas de sus entradas en una minuciosa descripción de las obras a las que dieron lugar en las artes plásticas, la música, la literatura y el ensayo, con referencias bibliográficas y notas de gran utilidad para el conocimiento del tema.

Este diccionario proporciona en cada uno de sus contenidos el origen y la evolución de cada mito e introduce remisiones para establecer relaciones con otras entradas, al modo en que internet lo hace a través de los links. Además se incluyen las diferentes versiones que existen de cada mito y se hacen diferentes interpretaciones sobre su pervivencia a lo largo de la historia, así como su impacto en las sociedades y las religiones, y las reutilizaciones realizadas con los mitos por los nuevos impulsos sociales e ideológicos. Para nosotros son especialmente útiles los análisis que se incluyen, en muchas de las entradas, de la influencia de la mitología clásica en la cultura española. La amplia bibliografía y las numerosas y excelentes ilustraciones que se reproducen, son también un elemento enriquecedor sobre todo cuando se trata de conocer las relaciones entre la mitología clásica y las artes plásticas.

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Troya, el plató de la historia

Fuente: vanitatis.com

Aquiles tiene la cara perfecta, la de Brad Pitt, y japoneses y americanos la buscan en Troya. La mítica ciudad se encuentra a 300 kilómetros de Estambul y a 40 de la ciudad turca de Cannakale. Un vuelo une a estas dos ciudades, de manera que el viajero se evita las carreteras turcas. Si Homero, el poeta ciego de la isla griega de Chíos, no hubiera existido, Schliemann nunca hubiera seguido sus pasos y nos hubiese privado a la Humanidad del espectáculo visual de la ciudad de Troya, de la que aún queda mucho por decir. La Odisea, atribuida a Homero, es la historia de un regreso. No solo es el viaje de Ulises desde Troya a Ítaca, sino el recorrido de la guerra hacia la paz. Y esa historia del hombre que prefiere la vida a la fama inmortal que concede la muerte gloriosa, es el argumento más codiciado para del próximo rodaje que se está preparando.

El éxito de la superproducción Troya, en la que Brad Pitt interpreta a Aquiles, ha doblado el número de visitantes que se acercan a observar sus ruinas. Wolfgang Petersen trazó en 2004 un guión inspirado en el género, cuyo argumento está basado en la Ilíada de Homero, pero en donde también se incluye material de la Eneida de Virgilio. De este rodaje la ciudad de Cannakale recibió como obsequio el famoso caballo (en la imagen). De la historia del equino queda por aclarar si la célebre leyenda tiene alguna verosimilitud. Se ha dicho que el caballo podría haber sido un instrumento de asedio similar a un ariete, con el que los griegos lograrían derribar las murallas. También hay indicios de que las murallas podrían haber caído debido a un terremoto, con lo que el caballo no pasaría de ser una metáfora surgida de la imaginación de Homero. Pero las señas de identidad las marca este célebre equino que ya es todo un símbolo en la entrada de la mítica ciudad.

El puente de Troya
En el rodaje de Wolfgang Petersen solo se rodaron unos planos en la mitológica ciudad de Turquía. En concreto, el que más se reconoce es el del Puente de asedio. Aunque en pantalla llegan a aparecer unos veinte mil soldados, la mayoría de las escenas están creadas por ordenador. A Brad Pitt le exigieron en su contrato incrementar su masa muscular entre 3 y 5 kg para encarnar al legendario Aquiles y, curiosamente, en la filmación se lastimó el tendón de Aquiles, por lo que el rodaje se suspendió seis semanas. Filmes y leyendas siguen surgiendo de este reducto mitológico. El argumento que realmente tiene una película por si sola es la historia del “Tesoro de Troya”. Heinrich Schliemann, uno de los pioneros de la arqueología pero dedicado al comercio, siguiendo las descripciones de La Iliada encontró el emplazamiento de Troya en Hissarlik. Sin tener en cuenta los comentarios de algunos colegas de su época que pensaban que Troya no era más que una fábula mítica del poeta Homero, Schliemann comenzó a excavar en 1870 en el noroeste de Turquía, en esta colina de Hissarlik, y no en Bunarbashi (Grecia), donde ya se había buscado sin éxito. Allí encontró el oro y lo sacó clandestinamente de Turquía y se lo llevó a Grecia. La esposa de Schliemann, luciendo joyas pertenecientes al tesoro encontrado durante las excavaciones de Troya, fue un autentico escándalo en la época.

Nueve ciudades en una

Lo más significativo es que en este descubrimiento resultó que el oro no era de la época descrita por Homero, sino de una época anterior, el año 3000 antes de Cristo. Las ruinas halladas no pertenecían solamente a una ciudad, sino a nueve superpuestas en distintas épocas, abarcando un período de unos 4500 años. Los arqueólogos se quejan de que la poca experiencia de Schliemann le habría hecho destruir una parte de los restos al excavarlos, creyendo que la Troya de Homero era la más inferior.
Posteriormente, se trasladó al emplazamiento de la antigua Micenas, uno de los reinos que según la Iliada atacó Troya, en busca de la tumba de Agamenón. No la encontró, pero sí un tesoro aún más valioso que el de Troya.
Hacia 1938, Carl Blegen descubrió que la Troya de Homero corresponde al séptimo nivel de los nueve hallados. Al margen del rapto de Helena, que según Homero fue el motivo de la guerra, se supone que históricamente Troya era una ciudad que, gracias a su privilegiada situación estratégica en el estrecho de los Dardanelos, se dedicaba a cobrar peaje a los navíos que pasaban del Mar Egeo al Mar Negro. Esta podría haber sido la verdadera razón por la que los griegos decidieron atacarla. En 1992, investigadores de las universidades de Tubingen y Cincinnati, empleando técnicas de sonar, descubrieron que la ciudad del séptimo nivel estaba rodeada de una extensa muralla con foso. De modo que la bahía natural en la que se asentó Troya ha acabado por desecarse y desaparecer empujando al mar unos kilómetros.
Vidas cantadas
La sequía que rodea la ciudad hace impensable que alguna vez el mar pasara por allí. Celal, nuestro guía, nos lo asegura. «Y para que te lo creas, mira», dice recogiendo un puñado de arena del pie de una de las bases de las murallas. “Hay piedrecitas, tierra parda y restos de conchitas. Cuando se levantaron estas murallas, el mar se encontraba a un paso». El guía nos conduce por un laberinto de ruinas de ciudades superpuestas. Los  japoneses y americanos quedan atónitos. Se olvidan de la película de Brad Pitt por momentos y solo saborean el olor de las piedras ancestrales.
«Y aquí estaban las Puertas Esceas», describe Celal,  «aquí Héctor se enfrentó a Aquiles, los dos solos, ante sus ejércitos…». Algunas de las ruinas son difíciles de interpretar debido a la multitud de ciudades superpuestas. Todas en una. Y en lo más profundo el mejor de sus secretos sigue durmiendo bajo tierra. Ya lo explica la misma Helena, la musa de esta ciudad: «La tristeza es nuestro destino, Héctor, es por eso que nuestras vidas serán cantadas para siempre por todos los hombres que vendrán». Es por eso que aun seguimos regresando a Troya.

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El Mito de Prometeo en Hesíodo

Que el mito sirva como referencia o como moraleja es muy típico de los mayores, que siempre piensan que los más jóvenes viven en un tiempo mucho peor. Siempre tenemos nostalgia del pasado, y todos los autores míticos recogen la idea del paraíso y los orígenes de la humanidad en la que no había que trabajar, en la que vivíamos como dioses y casi en común con ellos, etc. Sin embargo, se pierde el paraíso y Zeus decide exterminar la raza humana porque ni le rinden culto como es debido ni respetan las leyes tradicionales.

Esta idea del diluvio universal se conoce desde el 3000 a. C. al menos. En el diluvio griego sólo se salvaron los dos únicos seres piadosos según Zeus: Deucalión y Pirra. Como eran sólo dos, se aburrían muchísimo y le piden a Zeus que les dé compañía. Éste acepta y les dice que cada uno coja una piedra y la tire hacia atrás: de esas piedras tiradas por Deucalión nacen los hombres, y de las tiradas por Pirra las mujeres.

El mito de Prometeo se encuentra en dos obras: en la «Teogonía» y en «Trabajos y Días», ambas de Hesíodo. Este mito ejemplifica la caída del hombre desde esa posición privilegiada con la divinidad hasta la situación actual.

De entrada encontramos una introducción, el enunciado de una situación anterior, y a continuación, a causa de los engaños de Prometeo a Zeus, hombres y dioses se separan. Prometeo está en el mito en representación de los hombres a pesar de ser hijo del titán Jápeto, y además comienza a aparecernos una y otra vez el Engaño y la Astucia. Lo primero que se hizo para engañar a Zeus fue repartir el sacrificio de un buey en dos partes: escondió la parte comestible en el vientre del buey, y por otro lado expuso los huesos cubiertos de grasa. Zeus escogió la parte más apetitosa por fuera, la de los huesos, que no tenía nada en realidad, y encoleriza. Desde ese momento se establece el sacrificio ritual para los dioses para siempre. Esto es importante porque escenifica el nuevo tipo de comunicación entre dioses y hombres, ya no pueden compartir mesa ni gozar de aquel estado de semejanza. La típica frase de ‘las apariencias engañan’ aquí aparece por primera vez y además se cumple.

Zeus reaccionó ocultando el fuego que sirve para la vida humana, el que se usa para cocinar. Pero Prometeo vuelve a engañarle robando el fuego. Por eso Hefesto, por encargo de Zeus, prepara un bello mal, una bella mujer de la que descienden todos los males; por fuera era una maravilla verla, pero de nuevo las apariencias engañan. Con este último engaño de Zeus a la humanidad se establece la institución del matrimonio que tiene por función los hijos y la perpetuidad de la especie.

Los dos engaños están descritos de la misma manera: las apariencias engañan. Esa mujer es preciosa porque los dioses la adornaron, así que había dos opciones: casarse y soportar ese mal (las mujeres) pero con la alegría de los hijos, o no casarse para alejarse de las mujeres y morir sin hijos, conservando el patrimonio intacto para los parientes. Las mujeres aparecen comparadas con las abejas, donde los machos trabajan y las hembras sólo comen. Éste, por tanto, sería el primer texto ‘machista’ o ‘misógino’ de la historia, ya que trata a las mujeres como males.

Jápeto, el titán, tuvo gemelos: Prometeo (el que piensa antes de actuar, el previsor), y Epimeteo (el que piensa después, el irreflexivo). En la mitología, cuando aparecen gemelos es por algo, ya que tienen un simbolismo especial; en este caso, aparecen para señalar que todos los hombres y todas las mujeres tienen un poco de Prometeo y un poco de Epimeteo, que varía según la ocasión y las circunstancias en las que nos encontremos.

A la mujer creada por Hefesto la llamaron Pandora (del adjetivo πᾶς πᾶσα πᾶν «todo», y de δῶρον -ου «regalo, don»). Zeus amenazó a Prometeo con enviarles un mal para todos los hombres, así que Prometeo advirtió y avisó a su hermano para que no aceptara ningún regalo de Zeus. Cuando Hermes apareció con Pandora, Epimeteo aceptó el regalo sin hacer caso de la advertencia de su hermano.

Por este motivo perdimos el paraíso, por culpa de Pandora, una mujer, aunque en realidad fue culpa de Prometeo por engañar a Zeus. Aquí aparece la jarra de Pandora, dentro de la cual estaban contenidos todos los males. Zeus avisa para que no abran la jarra, pero Pandora la abre y los males se diseminaron por el mundo. Dentro de la jarra sólo quedó la Espera o la Esperanza, pues Zeus puso la tapa en la jarra antes de que saliera.

Se acabó el paraíso, y además el mundo se ha llenado de males. Los males son mudos por voluntad de Zeus, ya que si avisaran se podrían evitar. La Espera o Esperanza (ἡ Ἐλπίς -ίδος) es la única que permanece dentro de la jarra, y es muy ambigua, porque aunque la esperanza es lo último que se pierde, puede haber buenas o malas noticias, al igual que la vida humana, que también es ambigua, ya que en ella se mezclan los bienes y los males y además no se pueden preveer porque son mudos.

Si entendemos que lo que queda en la jarra por voluntad de Zeus es la esperanza, es que la vida humana está llena de conceptos ambiguos, como casi todos los conceptos que aparecen en el mito: Pandora, las partes del buey, Prometeo y Epimeteo… Sin esperanza no podríamos afrontar la vida, aunque la esperanza sea mínima o sea buena o mala, por eso si se quedó dentro de la jarra y ya estaba dentro es porque es un mal. Hay algunos males que sí se ven, pero como se recubren bajo la apariencia de bienes no se pueden evitar, como las mujeres, que por fuera son bienes y por dentro males.

Si entendemos que lo que quedó dentro es la espera, es porque de este modo los males que se diseminaron por el mundo son inesperados, no son esperados, por eso la vida humana está bajo la ambigüedad, por eso se queda dentro como un mal, porque así los males no pueden preveerse.

Desde Prometeo y su mito no hay ser humano que no sea Prometeo y Epimeteo, es decir, que no esté bajo el signo de la ambigüedad y la duplicidad, y por supuesto no hay Prometeo sin Pandora.

De la misma forma que se marca la pérdida del paraíso, también a partir de ahora hombres y dioses conforman un mundo totalmente separado, y se nombran varias características de la nueva situación humana y para siempre se van a encontrar en ella:

  • se sacraliza el sacrificio ritual a los dioses, que aquí consiste en el sacrificio de un buey;
  • se establece como institución social el matrimonio, con una función clarísima: engendrar hijos legítimos;
  • se instituye para siempre que el espacio y el trabajo de la mujer es el interior de la casa;
  • a partir de ahora la vida humana está llena de males que a su vez están unidos a los bienes, y en ocasiones se equiparan;
  • el fuego de Hesíodo es el fuego necesario para cocinar los alimentos y darse calor, y además su robo desencadena la creación de Pandora.

Hay otras versiones del mito de Prometeo, como la que aparece en el «Protágoras» de Platón, o en el «Prometeo Encadenado» de Esquilo, pero éstas son obras que iremos analizando a lo largo de la semana.

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